Como todos los meses de julio, llegaron al Perú los circos con los payasos, los magos y los elefantes y más payasos. Pero también llegó esa otra horrenda tradición que arrastramos desde el siglo XIX. No, no es algo que se ha hecho siempre. Recién en 1832 un presidente dio por primera vez un mensaje anual al Parlamento el 28 de julio. Fue Agustín Gamarra y nadie lo obligó a hacerlo. No obstante, como nos encanta poner todo en papel, en la Constitución del 93 sí se especifica que el Presidente de la República tiene que dar un discurso previamente aprobado por el Consejo de Ministros. En éste debe exponer la situación del gobierno, los compromisos y propuestas de mejora y los proyectos para el próximo año.
A estas alturas y con la crisis política por la que atravesamos, quizás sea tiempo de reconsiderar la necesidad de esta tradición. ¿Sirve para algo? El mensaje de Dina Boluarte de la semana pasada ejemplifica cómo no es realmente útil en lo más mínimo. Anuncia cifras que nadie respalda, promete obras que todos sabemos que muy probablemente nunca se entregarán y se celebran triunfos que no lo son. Lo que es peor, nos hace perder el tiempo a todos con un discurso que no tiene impacto alguno. Empezando por los congresistas que tienen que tragarse cinco horas en el hemiciclo escuchándola leer un texto que, por último, podríamos bajárnoslo en pdf al día siguiente de la página web de la PCM.
Como sea, en esta ocasión este mensaje nos ha servido para dejarnos en claro que la presidenta está en la luna y no entiende lo que el país necesita. O quizás sí lo sabe, pero entiende que no va a poder hacer nada al respecto -dado que está al mando de un gobierno débil- y pensó que nos podía distraer con anuncios preocupantes. O está demente y cree que realmente es algo positivo para un país con un serio problema de déficit fiscal que crear un ministerio nuevo es la solución a nuestros problemas.
Un nuevo ministerio, ni más ni menos. Con la adquisición de un nuevo edificio para que éste funcione, por supuesto. Con el escuadrón de administrativos, contadores, secretarias, porteros, choferes, etc, etc. Ni qué decir del ejército de consultores externos que se tendrá que contratar para hacer el trabajo técnico que los funcionarios técnicos fijos del ministerio no tendrán ni idea de cómo hacer. Ya saben, lo usual en un ministerio del Estado peruano infestado de inútiles y de incompetentes. Con la adquisición de computadoras, de papel, de lámparas, de muebles, etc. Con el estudio para la definición del logo. Con todo eso.
Indiscutiblemente y sin lugar a dudas, este anuncio nos comunica que la presidenta no está enterada de la gravedad de nuestra situación fiscal o no le importa. O quizás no tiene idea de que crear un ministerio nuevo es bastante costoso. Este periodo se ha caracterizado por ser bastante populista y por haber aprobado leyes y decretos que han creado problemas graves o que han empeorado problemas que ya teníamos. Un nuevo ministerio es apenas una raya más al tigre. Más evidencia de que las cosas solo cambiarán en el 2026, cuando podamos elegir a alguien mejor para el Ejecutivo y un Parlamento menos vergonzoso.
Aunque para eso tenemos que ponernos las pilas desde ahora.