Hace unos días, el veterano periodista Federico Prieto Celi presentó su más reciente obra, La Prensa, el alma del siglo XX en el Perú (1903-1984). Prieto Celi, quien ostentó el título de último director del icónico diario, ofrece en su libro un minucioso relato sobre la historia de este desaparecido medio y un análisis exhaustivo de las circunstancias que llevaron a su clausura. En conversación con el autor, profundizamos en la crónica de lo que muchos consideran el mejor diario en la historia del país, la figura de su propietario, don Pedro Beltrán, y los matices de un cierre que, cuatro décadas después, sigue trayendo cola.
¿Por qué sigue siendo relevante hablar de un diario como La Prensa que desapareció hace 40 años?
La prensa vivió la época del apogeo del periodismo de 1902 al 1974. La crisis del periodismo escrito actual es de otra naturaleza por la competencia del mundo digital. La prensa fue la respuesta a El Comercio. Comenzó con Piérola. Desde su inicio siempre fue liberal y defendió la economía de mercado. Tuvo épocas de disputas políticas importantes. Pedro Beltrán, quien fue el dueño más importante, fue también el presidente del Consejo de Ministros y antes fue presidente del Banco Central de reserva con Odría. Yo quería rescatar la memoria de Pedro Beltrán. Hay distintas personas que hoy investigan el legado de Beltrán.
¿Por qué Beltrán está despertando este interés tras casi medio siglo de su desaparición?
Por la constitución de 1993 y el capítulo económico en favor de la economía libre. La propiedad de esa idea viene de Beltrán. Los que lo han seguido han sido figuras importantes como Carlos Boloña o Julio Velarde.
En los libros de historia podemos leer mucho sobre Beltrán, pero el papel no siempre retrata las experiencias vividas. Usted fue muy cercano a él, ¿cómo era en persona?
Era multifacético. Él tenía una vocación de ingeniero agrónomo, hasta el punto que fue presidente de la Sociedad Nacional Agraria. Eso hizo que comprara La Prensa para defender el sector agrario, pero ahí se dio cuenta que tenía que defender la economía de mercado que era más importante y fundamental. Esa es una de las razones más importantes. Él también estudió economía en Londres. Donde estuvo vinculado a la Escuela Austriaca de Economía. Ludwig Von Mises vino a respaldar en los cincuenta en Lima su política económica cuando era ministro.
Pedro Beltrán destacado periodista, economista y político peruano.
¿Cómo era la redacción del diario? El día a día.
Yo estaba en la página editorial, donde estaban los periodistas que veíamos como viejos, que era la generación que había llevado Carlos Rizo Patrón, a pedido de Beltrán. Estaban Juan Zegarra, Arturo Salazar Larraín, Manuel Aguirre Roca, Oscar Rey, Álvaro Belaunde Belaunde y otros más. También estábamos periodistas quince años más jóvenes, donde me encontraba. Yo trabajé más de siete años como editorialista. El trabajo era el siguiente. Nos reuníamos con Juan Zegarra para hablar los temas del día, cada periodista llevaba 2 o 3 temas para elegir cuál trataríamos. Yo llevaba principalmente temas de educación. De 10 a 1 de la tarde cada uno escribía una editorial y también un artículo firmado. Ese trabajo me resultó muy agradable. En la tarde nos informábamos de diversos temas y hacíamos investigación. Compraba revistas y estaba pendiente de la radio, para tener más información. Estábamos tres o cuatros horas en el periódico, pero en la tarde también sacábamos provecho para el diario.
En el libro recalca que los editoriales tenían gran peso social, que un editorialista tenía un poder.
Sí, eso era por el enorme prestigio que tenía El Comercio y La Prensa. Francois Bourricaud, un sociólogo francés, que se especializó en la sociología peruana, escribió una vez que en el Perú los diarios tenían más importancia que los partidos políticos. El Comercio representaba la tradición política peruana algo mercantilista, tenía toda la clase alta peruana que compraba El Comercio. La Prensa, que vendía más que El Comercio, tenía los grandes avisos de las grandes empresas que habían comenzado a existir. Los dos se financiaban muy bien. En esa época, La Prensa criticaba a un ministro y ese ministro tenía que renunciar. La editorial provocaba tal debate que al final ganaba La Prensa, salvo que el ministro se haya defendido bien. Sobre la influencia social, por ejemplo, recuerdo un caso de educación, yo escribí sobre la reforma educativa en 1970. Don Pedro Beltrán era amigo de Juan Velasco. Entonces se fue a verlo y comenzaron a discutir varias cosas. Velasco le decía “¿Por qué la prensa critica tanto la reforma educativa?”, y don Pedro le contestó “porque con esa reforma nos estamos jugando la formación de la siguiente generación de peruanos”. Causó mucho impacto la crítica de La Prensa. Yo recuerdo esos siete años como unos de mucha realización periodística.
"La Prensa, el alma del siglo XX en el Perú (1903-1984)", repasa a grandes rasgos el itinerario de uno de los más importantes diarios republicanos del Perú durante el siglo XX.
Parece que Velasco se olvida de esa amistad porque luego expropia el diario La Prensa y ustedes fundan un semanario, Opinión Libre.
En el Perú se vive con frecuencia que la relación humana personal va distinta de la actuación política de cada uno. Cuando iban a cerrar el diario tuvimos noticias sobre ello. El ministro de economía Morales Bermúdez, que era compañero de la escuela de Arturo Salazar y el Guacho Cisneros que también era de la Inmaculada, avisaron sobre la expropiación. Luego de ello, la ley decía que se podían sacar publicaciones escritas menores de 40 mil ejemplares. Entonces Guido Chirinos, que había sido director de Última Hora y Arturo Salazar, uno de los importantes nombres de La Prensa, crearon un semanario llamado Opinión Libre que tenía 39 mil ejemplares. Me llamaron porque necesitaban un secretario de redacción.
Opinión libre fue muy combativa y a ustedes incluso los deportan por las críticas que hicieron desde ese espacio contra Velasco. Cuéntenos eso.
Sí, hubo un conflicto en el Perú. Una crítica a una firma de uno de los convenios con las empresas japonesas para construir oleoducto de la selva a la costa, pero estaban mal hechos e iban contra varias leyes. El Colegio de Abogados de Lima (CAL) lo denunció. Y Opinión Libre recopiló las críticas y las publicó. Nosotros hicimos campaña defendiendo al CAL, el gobierno se molestó. Recién al quinto número de publicación, me despertaron diciendo que había salido un comunicado en el que anunciaban la deportación de diez periodistas y yo era el número siete. A todos los mandaron a Buenos Aires. Salvo a unos que se fueron a Panamá como Mario Castro Arenas. Nunca deportan a un país con frontera con el Perú.
Belaunde en el ochenta devuelve el diario a sus dueños originales.
Don Pedro muere en 1979, antes ya había partido Don Luis Miró Quesada, los dos grandes del periodismo peruano. El Comercio lo tomó el hijo y sobrino. La Prensa la tomó Arturo Salazar, con un directorio de intelectuales. Hicieron algo en mi opinión equivocado, usar el dinero que el gobierno dio por los daños de la expropiación para recuperar el logotipo de Última Hora que lo había tenido como testaferro un señor Allende, que fallece sin descendencia y lo heredan sus sobrinos. Yo no hubiera comprado eso. Ahí se fue la plata. El periódico no se pudo arreglar económicamente.
Era difícil indemnizar a todos los trabajadores que se encontraron durante el gobierno militar. Eso dice en el libro.
Se podía con el dinero que nos dieron.
Sin embargo, en esa época se formaron a varios de los periodistas más reconocidos de la actualidad.
Enrique Chirinos y Arturo Salazar llevaron a un grupo llamado los jóvenes turcos. Jaime Bayly es uno de ellos, también Federico Salazar, Álvaro Vargas Llosa, Pablo Cateriano y demás, todos brillantes. Que hubieran hecho lo mismo que la generación anterior si la historia hubiera sido otra. Cuando yo estuve dos meses de director periodístico, hubo seis intentos de salvar el diario, pero no se logró.
El libro me deja la sensación que había algo más que no se sabía que hizo que el diario desaparezca.
El diario había recibido un préstamo de un banco suizo con un dinero de Pedro Beltran, los dos sobrinos de Beltrán eran los dueños grandes del diario. Ellos prefirieron cerrar el diario y pagar al banco suizo, para después quedarse con el dinero. No les importó mantener el diario.
Una pena porque había una escuela que otros diarios no tenían.
En parte, Última Hora la tenía porque era del Grupo La Prensa. Ni El Comercio ni la Crónica tenían escuela.
Por curiosidad, ¿qué opina usted del libro de Jaime Bayly, Los Últimos Días de la Prensa?
Le doy las gracias que no me haya nombrado. La historia es bastante cierta, pero novelada. Él habla mucho de la época de Salazar. Cuando yo entré, Jaime ya estaba alejado. Con Jaime planeamos luego hacer un diario deportivo, pero como Perú no clasificó al mundial, no siguió el esfuerzo.
Usted comenzó hablando de los desafíos de la prensa actualmente, al margen de los “comos”, de la transformación de lo impreso a lo digital, ¿no cree que hay un deterioro grave en los fondos, en lo que se escribe?
Se ha deteriorado mucho, El Comercio se ha vuelto una revista. Las páginas editoriales son las mejores. Si fuera el dueño de El Comercio no hubiera dejado de poner las informaciones, aunque me gane el mundo digital, porque en lo digital se mezcla la verdad con lo falso. El Comercio podría confirmar la verdad.
¿Y los otros diarios?
Gestión es un buen diario, pero netamente económico. La República tiene un estilo estándar, pero ideológicamente está equivocado desde la primera página hasta la última. Defienden el socialismo que ya está capa caída. También está El Trome, que parece más para que vean los taxistas cuando esperan un cliente. Es algo más simple.
Vea la entrevista completa en el siguiente link: https://youtu.be/CtMXKjPiH4w