OpiniónDomingo, 18 de agosto de 2024
Mi partido, mi bancada, por Gustavo Nakamura
Gustavo Nakamura
Director del CIPP

El sistema democrático en el Perú merece una profunda reflexión. En los últimos tiempos hemos visto que hemos llegado a niveles jamás pensados. Recordemos un poco. El lagarto Vizcarra cerró el Congreso inconstitucionalmente con la famosa interpretación fáctica, con el aplauso masivo de gran parte de la prensa, debidamente subvencionada por “pauta estatal”, y con las “encuestas técnicamente impecables”. Hoy, a pesar de habernos encerrado y presuntamente robado con todo lo que implicó el COVID, siendo inhabilitado para postular, cualquier cosa puede pasar. Él no está solo, pues muchos de los que hoy tienen sus partidos son sus aliados dado que el único fin es tomar el poder lo demás es ilusión.

Ahora bien, llegaremos al 2026 con más de cuarenta partidos de los cuales probablemente sólo diez sobrevivan a pasar la valla electoral. Pero lo asombroso es lo que acabamos de ver con el cambio de bancadas y, por ende, de partidos políticos en el Congreso, lo cual nos refleja que vivimos en la más profunda crisis de principios y valores. Todo ello es el claro reflejo de la sociedad contemporánea educada con ideologías que atentan contra la dignidad del ser humano, donde todo vale y todo es relativo, y al final el fin justifica los medios. Un partido como Podemos con tal de tener más votos en el Congreso, y por ende más comisiones, ha llevado a sus filas perro, pericote y gato. Lo que demuestra que solo importa los votos. Dicho partido entró al parlamento con cinco congresistas y hoy tiene catorce. Es un claro reflejo que la ideología, formación política, no importa. Todo solo son votos, solo es poder, el resto es ilusión.

Luego están los partidos “centristas”, que no son ni chicha ni limonada, pero dan la “gobernabilidad” a costa de puestos de trabajo y unos ministerios. Acá lo único que importa es “la estabilidad” de unos u otros, pero resolver los problemas reales del país como promover la inversión privada, dar facilidad al empresariado, brindar seguridad, mejorar la educación, no son prioridad sino estar jugando vóley en Palacio de Gobierno y encima hacer el ridículo.

Nos quedan menos de dos años para que realmente se construya una alternativa, seria, coherente que nos saque del abismo que hemos caído. Los del frente ya están preparándose desde la academia, medios de comunicación, activistas, financiación y relaciones internacionales, ¿Y nosotros?

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