OpiniónDomingo, 1 de septiembre de 2024
La era de la inmadurez, por Alfredo Gildemeister

Alguien comentó alguna vez, en algún lugar y en alguna publicación de cuyo nombre no puedo acordarme, que hoy el mundo en el fondo sufre una crisis de inmadurez en general y en todos los ámbitos y que vivíamos en la era de la inmadurez en diversos ámbitos como el personal, familiar, matrimonial, laboral y político. Estoy seguro que todos tenemos una idea de lo que es la madurez, aunque también estoy seguro que otros muchos deben tener una idea muy equivocada de lo que podría ser una persona madura, y no me estoy refiriendo a una madurez desde el punto de vista físico o corporal sino a la madurez de orden psicológico. Para poder entender la inmadurez de gran parte de la sociedad actual, lo primero que tenemos que preguntarnos es ¿en qué consiste la madurez? ¿En qué consiste la personalidad y el carácter? Para comprender mejor estos conceptos, recurriremos a lo que nos dice la psiquiatría y la psicología.

El psiquiatra español Enrique Rojas define la madurez como “…la personalidad del equilibrio, autonomía, capacidad para tener una conducta apropiada según las circunstancias, responsabilidad, y saber tener unos objetivos en la vida realistas, medibles y que nos ayuden a crecer como seres humanos”. También señala que la “madurez de la personalidad es saber afrontar las transiciones de la vida y hacerlo de forma positiva, que ayude al crecimiento de las principales dimensiones de uno mismo”. A propósito, nos preguntarnos ¿Estamos hoy educando a nuestros niños y jóvenes de tal manera que algún día sean personas maduras y de bien, con valores, principios y virtudes? Debemos analizar y ordenar algunos aspectos en relación a la personalidad de toda persona, como son las dimensiones físicas, psicológica (cognitiva, de conducta y sentimental), social y cultural. Para comprender la madurez es fundamental entender lo que es la personalidad, definiéndola como la forma de ser de cada uno. Ello depende de tres factores vitales: la herencia, el ambiente y la biografía. En cuanto a la herencia, hablamos del temperamento de una persona y su herencia genética. El entorno o ambiente en el que ha vivido, tipo de familia y educación recibida, amigos, estudios, amistades, etc, es lo que se denomina el carácter de la persona. La biografía es la historia personal de cada uno, vivencias, traumas, éxitos y fracasos, todo lo vivido. Por tanto, la personalidad está hecha de herencia, ambiente y biografía. Por tanto, la personalidad es un estilo de vida que afecta a la forma de pensar, sentir, reaccionar, interpretar y conducirse, con lo cual tenemos cuatro áreas para determinar la madurez de una persona: el pensamiento, la afectividad, la manera de afrontar las circunstancias y una forma concreta de actuar.

Enrique Rojas señala algunos elementos que pueden ayudarnos a darnos cuenta de la madurez o inmadurez de una persona, y que son las características de muchos que viven hoy sumergidos en la sociedad hedonista y consumista en la que vivimos. Entre los más importantes aspectos a considerar tenemos, por ejemplo, la existencia de personas que no se conocen a sí mismas, su forma de ser, lo cual les lleva a comportamientos inadecuados, no midiendo el alcance de sus palabras o de sus hechos. Un segundo aspecto a considerar es el saber superar los fracasos o heridas del pasado. Se dice que la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria. La vida va hacia adelante y madurez es vivir en el presente sacándole el máximo partido y disfrutando de lo bueno de la vida, dejando de lado los traumas del pasado, rencores, tristezas, cóleras, etc. viviendo abierto al futuro. Un tercer aspecto es el tener una buena percepción de la realidad. Captar lo que uno es y representa, y también el entorno que lo rodea a uno. Tener los pies bien puestos sobre la tierra, estar bien aconsejado y rodeado de personas capaces. A ello debemos agregar, como cuarto elemento, la estabilidad emocional, un estado de ánimo estable, regular, con pocos picos o alteraciones en el estado de ánimo. La madurez es por ello, saber dar a las cosas que nos pasan, la importancia que realmente tienen. Para ello una persona debe aprender a controlar los estímulos externos (no ser hipersensibles, por ejemplo), así mismo, controlar los estímulos internos (ideas, pensamientos, recuerdos, imaginaciones, pensamientos negativos, etc.) enseñándoles a estas personas a poner freno a estas cosas que pueden tener inclusive efectos nocivos en uno. Un quinto elemento a tomar en cuenta es la mala tolerancia a las frustraciones. Uno debe saber asumir los fracasos, así como los éxitos. Afrontarlos y tomarlos de una manera adecuada. Hoy la sociedad solo se refiere a éxitos, pero cuando el fracaso aparece, la persona se derrumba en una depresión porque no sabe el cómo afrontar ese fracaso.

Por todo ello es que la persona debe tener un proyecto de vida coherente y realista. Hoy muchos viven o desean vivir en una irrealidad y cuando aparece la realidad, el choque es desastroso. Buscar ser uno mismo sin depender de la gente ni vivir comparándonos con alguien, no depender del “qué dirán” y de la opinión pública. Es fundamental tener un buen equilibrio entre el corazón y la cabeza. Una persona madura debe saber armonizar el mundo de los sentimientos y el de la razón. Hoy la sociedad actual, la “sociedad divertida” como diría Rojas, vive más en función del sentimiento, del pasarla bien y no preocuparse ni responsabilizarse por nada en lo posible. Se busca el “éxito” fácil, identificándose “éxito” con lo económico. Vivir sin responsabilidades es el ideal. No pensar, no preguntarse nada ni cuestionarse nada. Rechazar el pensamiento crítico. Un signo de inmadurez. De allí que hoy las personas no desean educar su voluntad y vivir como un ser racional. Todo lo contrario, el sentimiento, el “feeling”, lo es todo. Otro signo de inmadurez. La voluntad es la capacidad para ponerse unos objetivos concretos e irlos alcanzando gradualmente. Es importante que dichos objetivos sean buenos. Para esto es fundamental el conocimiento ético, de valores y principios. Sin embargo, la voluntad requiere esfuerzo y hoy las personas quieren el éxito fácil, rápido y sin esfuerzo alguno, todo para hoy, no saben esperar. Por eso la voluntad debe educarse, entrenarse. Se trabaja poco a poco en ello y se va adquiriendo. Nadie nació con voluntad ni es algo genético, se va haciendo, paso a paso. Por todo esto, una persona madura debe tener equilibrio entre la voluntad y la razón, con criterios morales y éticos claros y estables.

En resumen, podemos concluir que la falta de estos aspectos, arriba señalados, hace que la inmadurez sea una característica muy propia de la sociedad actual en donde la gente no asume con madurez los diversos aspectos y etapas que le presenta la vida. Estudiar sin esfuerzo alguno; enamorarse sin dar nada solo pensando en que la otra persona te haga feliz, menos aún pensar en el matrimonio y formar una familia. En el trabajo también se ven muchos aspectos de inmadurez al ver personas que desean ya ser jefes, gerentes de inmediato, como por arte de magia, negocios que las personas quieren que salgan adelante a la primera, sin esfuerzo alguno, y de otra manera terminan inclusive delinquiendo. En fin, así estamos, en la era de la inmadurez y de una sociedad infantil, inmadura, que prefiere no pensar, divertida y solo pasarla bien. No debemos de olvidar, sin embargo, que la vida… es un poco más complicada.

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