OpiniónSábado, 7 de septiembre de 2024
¿Maestros desaprobados enseñando?, por Alfredo Gildemeister

Constituye algo elemental para todos que la educación es uno de los derechos fundamentales de la persona (derechos constitucionales o derechos humanos) más importantes, ya que trata de la formación como persona y profesional, de todo ser humano. De allí que toda persona tiene derecho a la educación y a una buena educación en la medida de lo posible. Así lo señalan los artículos 13 al 18 de la Constitución del Perú: “La educación tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona humana” (art.13). De allí que sea importantísima la formación y preparación de los educadores, es decir, de aquellas personas que van a educar, a formar a nuestros niños y jóvenes para su futuro como personas y como profesionales. La educación “prepara para la vida y el trabajo y fomenta la solidaridad” (art.14). En relación a los maestros o educadores, cabe recordar lo que indica nuestra Constitución: “El Estado y la sociedad procuran su evaluación, capacitación, profesionalización y promoción permanentes. El educando tiene derecho a una formación que respete su identidad, así como al buen trato psicológico y físico” (art.15). De allí que sea una obligación del Estado el formar bien a los educandos y para ello es también su obligación formar y evaluar a los maestros o educadores, como lo manda la Constitución, para que se brinde efectivamente una educación de calidad a nuestros niños. No es una mera recomendación ni una expresión meramente declarativa. Constituye un claro mandato constitucional que el Estado y el gobierno de turno deben cumplir.

Pregunto: ¿Estamos formando mejores personas? Siempre he dicho que la educación es la principal finalidad del bien común y de todo gobernante. Un país sin educación no desarrolla, no progresa, no crece, sino todo lo contrario: involuciona, subdesarrolla, retrocede, se vuelve un país sin orden ni respeto hacia las leyes y por ende hacia las personas, terminando en una sociedad civil caótica, casi de salvajes, en donde el desorden y la delincuencia comienzan a proliferar.

Lo que ha sucedido en el Perú hace un par de semanas, conducirá irremediablemente a que nuestra sociedad civil peruana sea más caótica, sin educación, sin civismo y sin personas formadas, una sociedad sin educación es una sociedad egoísta y sin respeto a nada, salvo el propio interés en uno mismo, el individualismo a ultranza y al que cada uno viva como le parezca mejor, que para ello todo vale. La promulgación por parte del Poder Ejecutivo, esto es, del gobierno de Dina Boluarte, del Decreto Supremo No. 014-2024-MINEDU, mediante el cual se reincorpora a un alto número de docentes -entiéndase “maestros”-, que por su bajo rendimiento, no aprobaron los exámenes a la Carrera Pública Magisterial, esto es, fueron burdamente jalados en dichos exámenes, ahora van a poder enseñar a nuestros niños gracias a este irresponsable gobierno, pese a haber sido desaprobados, al no encontrarse aptos para ejercer la docencia por razones elementales: no aprobar los exámenes requeridos para ello.

¿En qué país en el mundo, maestros desaprobados se encuentran autorizados a enseñar? ¿Se quiere brindar verdadera formación a nuestros niños o, todo lo contrario, se desea deformar la mente y el espíritu de nuestros niños? ¿No conoce el gobierno acaso los patéticos resultados del nivel de nuestro “sistema educativo” en las últimas pruebas PISA? ¿Con qué derecho entonces, un maestro desaprobaría a un alumno en clase…? ¡Si el propio maestro ha sido con anterioridad desaprobado! ¿Se trata acaso de una intención adrede, pues ya da que pensar, más viniendo de un gobierno de Perú Libre, claramente de formación chavista, y por qué no decirlo, defensor del comunismo y de una determinada ideología? ¿Se desea acaso no solo deformar a nuestros niños sino, además, inculcarles una determinada ideología en sus mentes? Toda esta “política educativa” del gobierno de Boluarte al revés, da mucho que pensar. ¿Quiénes son estos “maestros” desaprobados que el gobierno, desobedeciendo descaradamente el mandato constitucional, permite que vuelvan a la “docencia”? ¡Solo faltaría que sean “maestros” miembros del Movadef, de clara formación senderista! ¿Estos son los “maestros” que queremos los peruanos para nuestros niños? ¿La formación de “pioneritos”? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Una mera medida populista de Boluarte, para evitar una huelga magisterial que haga descender aún más su paupérrima aprobación?

Sin embargo, en el Perú todo puede suceder, desde las cosas más absurdas hasta lo más increíble e inhumano, como el dejar que deformen y laven el cerebro de nuestros niños y jóvenes. Téngase bien en cuenta que el maestro o educador, es aquel docente que imparte las primeras instancias de educación académica, como lo es el nivel preescolar y primaria. La labor de un maestro es la de introducir a los niños a tareas primarias, como la lectura, la escritura, las matemáticas e historia, entre otras materias fundamentales. Por lo general es un facilitador que domina su disciplina y que, a través de metodologías activas, ofrece las herramientas necesarias para que los estudiantes comprendan el mundo desde diversos lenguajes, aprendan a vivir con los demás y sean productivos.

Cabe mencionar que no es lo mismo un maestro, un catedrático o un profesor. Si bien es cierto que sus acepciones son muy similares, el trabajo docente de cada uno es muy diferente. El maestro es el docente que imparte las primeras instancias de educación académica, como lo es el nivel preescolar y primaria. Por lo que es relevante que, sumado a un título de educación, tenga preparación en psicología infantil y pedagogía. Por otro lado, una vez terminado el periodo de la educación básica, tenemos la figura del profesor, el cual se encarga de la continuación de la jornada formativa en los niveles superiores. El profesor debe tener una carrera profesional estudiada en la materia que enseña y preferentemente haberla ejercido. Para la enseñanza, pueden prepararse ya sea estudiando posteriormente una carrera de magisterio o una maestría en educación. Finalmente, el catedrático es un docente universitario, profesional en lo suyo y que ha realizado investigación sobre un tema de su disciplina.

En conclusión, la educación constituye uno de los derechos fundamentales más importantes de toda persona. Es deber prioritario del Estado brindar una educación de calidad a la sociedad civil peruana y para ello es su obligación salvaguardar que los maestros o educadores tengan la debida preparación académica y formación humana. Es una importante responsabilidad. Constituye un mandato constitucional que el gobierno no puede obviar ni restarle importancia. El gobierno de Boluarte no puede permitir que maestros y profesores desaprobados, ejerzan el magisterio y “eduquen” a nuestros niños y jóvenes. Ya basta de ejercer la “política del cangrejo”, que camina para atrás, retrocede. No podemos retroceder en educación, pues se trata de personas y del futuro de los peruanos. ¿Para qué tenemos entonces un Ministerio de Educación? ¿Para qué se le paga a un ministro de educación que más se dedica a alabar, franelear y tirarle flores a Boluarte, que a cumplir con sus funciones? De seguir así, el resultado será obvio. Nuestros niños continuarán recibiendo una “educación” pobre, incompleta, desastrosa, plagada de ignorancia, destructora del pensamiento crítico, no formativa e, inclusive, deformante, salvo que… ¿Acaso ese sea el objetivo de este cuestionado e improvisado gobierno de Perú Libre, seguidor y defensor -no olvidemos- de dictaduras como la de Chávez, Ortega y Maduro? Definitivamente -repito- la grandeza y el crecimiento de una nación depende de su educación. Si descuidamos la educación, estaremos condenando el futuro del Perú y de todos los peruanos. ¡Despierta Perú!

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