Es muy común oír que hay un déficit de infraestructura en el Perú, y es algo que resulta ser muy cierto. Sin embargo, ¿A qué se refiere propiamente el término infraestructura?
Según la RAE, la infraestructura es el conjunto de elementos o servicios que se consideran necesarios para la creación y funcionamiento de una organización cualquiera. Más extendido en economía, la infraestructura son los activos que permiten que un país pueda desarrollar su actividad económica, principalmente.
La infraestructura (entendida como adecuada y que soluciona algún problema o mejora lo existente) ayuda a hacer una economía más eficiente, pues en general contribuye a reducir costos de operación. Un ejemplo típico es un puente que permite cruzar un río en vez de vadearlo o subir a lo largo del cauce para buscar alguna otra forma de cruzarlo. Evidentemente, no estamos hablando de un estadio para 5,000 personas en un pueblo de menos de 1,000 habitantes, edificaciones innecesarias o edificios que exigen sellos cortahumo en puertas que llevan rejilla.
La infraestructura más visible son las vías que permiten conectar distintos puntos del país, puentes, represas, redes de datos y comunicaciones, etc. y el responsable de ésta es el Estado que vela porque haya infraestructura adecuada y necesaria para el buen funcionamiento del país.
Las formas en las que se puede crear infraestructura son varias, pudiendo o no representar un costo para el Estado. Una forma muy eficiente son las concesiones en las cuales el Estado le cede a un agente privado la creación, operación y/o mantenimiento de un activo (una carretera, por ejemplo) por un plazo determinado. En este caso, el Estado no gasta ni un sol y solo cumple un rol regulador y/o fiscalizador.
Otra forma son las asociaciones público-privadas en las cuales el Estado interviene en la creación de la infraestructura mediante un acuerdo en el cual deben figurar claramente los objetivos, medios y recursos para la ejecución de la obra para la prestación de los servicios requeridos por el contrato, que las lleva a cabo (total o parcialmente) un agente privado. El Estado puede intervenir de diversas formas, habitualmente con financiamiento.
Una tercera forma es que el Estado ejecute la obra pública directamente a través de compras hechas por el Estado, que es la más deseada por los funcionarios corruptos pues tienen a la mano un presupuesto del que en muchos casos obtienen beneficios ilegales, por supuesto. Hay muchos tipos de concursos (y muchas, demasiadas entidades que pueden convocarlos) a través de los cuales el Estado puede crear infraestructura, pero en este caso sí representa un costo para el Estado que debe financiar íntegramente la infraestructura a crearse. Otro problema, además de la corrupción, bajo esta modalidad es la falta de capacidad inherente al Estado en la preparación de expedientes técnicos, dirección y supervisión de obra. Un ejemplo muy claro de esto es la Refinería de La Pampilla que costó menos de mil millones ejecutada por un privado y la refinería de Talara que va costando más de 5.5 mil millones de dólares y aún no comienza a operar.
El déficit de infraestructura mantiene o agudiza las diferencias de productividad y de ingresos entre regiones dentro de nuestro país. Pongo un ejemplo. En la zona de Cañete, al sur de Lima, tenemos muchos campos de cultivo al borde o, por lo menos cerca, de la carretera y los agricultores pueden sacar sus productos al mercado a un costo muy bajo. Además, es probable que cuenten con alguna forma de reservar agua lo que minimiza el riesgo de la cosecha por falta de lluvias. Por el contrario, un agricultor de la sierra sur del país que se encuentra en un lugar alejado no puede sacar sus productos al mercado y sin ninguna forma de reservar agua está expuesto al riesgo de sequía. Casi con seguridad este agricultor de la sierra sur no puede sacar sus productos al mercado y tiene que esperar a que venga un acopiador y le pague unos cuantos centavos por sus productos. Este intermediario le quita margen al productor pues las papas de ambos agricultores se venden a precios similares en el mercado
¿Cuál productor se encuentra en mejor posición? Aquel que tiene acceso a mayor o mejor infraestructura pues los costos de poner en el mercado sus productos será menor.
En el proceso electoral del 2021 uno de los candidatos propuso en su campaña una línea férrea que recorriera el país de sur a norte a lo largo de toda la costa peruana. Dicha propuesta es tan buena que per se debió hacer ganar las elecciones, pues todo el Perú se hubiera beneficiado de ella. Se trata de un proyecto necesario desde hace décadas. Una línea férrea tiene un costo mucho menor de mantenimiento que una carretera, los vehículos consumen menos combustible (con la consecuente menor contaminación) y es un medio de transporte mucho más rápido. Tampoco le costaría al Estado, ya que la inversión, operación y mantenimiento la haría el concesionario. Así, el aceite de oliva, el pisco y las aceitunas de Tacna podría llegar a Tumbes en menos de un día y los langostinos y riqueza marina del Norte llegarían a Tacna en el mismo tiempo. Los turistas podrían ir desde Lima a las playas de Piura y Tumbes o Arequipa en el tren apreciando un hermoso paisaje y cortando los valles en menos de ocho horas, entre otras cosas. Ahora bien, si este tren se complementara con carreteras hacia el interior del país, podríamos sacar las papas nativas, choclos, café, frutas u otros cultivos orgánicos o de primera calidad de nuestros agricultores de la sierra a una fracción del costo actual y se les podría llevar herramientas, fertilizantes o insecticidas a todos los agricultores no solo con un costo menor de transporte sino en menos tiempo o, simplemente, acceder a algo a lo que anteriormente no tenían acceso. No estamos hablando de una gran infraestructura: pistas de concreto hasta donde lo permita la geografía y desde ahí caminos de afirmado mantenidos por la propia comunidad campesina de la zona que tendría un puente para poder poner sus productos en el mercado. Esa sería la mejor forma de llegar a esos votantes que se sienten olvidados por el Estado y haría que se sienta su presencia.
Al aumentar el comercio de sus productos todos ganamos: productores y consumidores. Este es un pequeño ejemplo de cómo la infraestructura es beneficiosa para un país. Hay muchos ejemplos que podríamos tocar: el servicio de agua potable y alcantarillado (que incrementan la salud y el bienestar de la población y reducen los costos de comprar agua a camiones cisterna insalubres), las escuelas (que con una adecuada plana docente forman mejores alumnos y elevan la competitividad), las redes de salud para atención de la población, la infraestructura deportiva, etc.
Regresemos al título de este artículo “Infraestructura ¿Por qué?”, porque sin ella estamos condenados al subdesarrollo.