Luego de múltiples complicaciones de salud y su frágil y avanzada edad, el 11 de septiembre falleció el expresidente Alberto Fujimori. Los difíciles momentos que le tocó gobernar el país en la década de los noventa lo llevaron a tener grandes aciertos en materia económica y de seguridad, pero también graves errores por su equivocada cercanía con el siniestro Vladimiro Montesinos, cuya astucia atrapó al ingeniero que creyó en la "sagacidad" de un exmilitar de inteligencia. Si hubiera sospechado que el sujeto era solo un hábil aprovechador y facineroso parlanchín, lo habría expectorado y otra hubiera sido la historia. Por eso reconocemos que fuimos duros críticos de algunas decisiones políticas que hoy sabemos fueron producto de la manipulación de Montesinos. En lo ideológico jamás tuvimos discrepancias.
En efecto, la era Fujimori tuvo una estrategia clara para tomar al toro por las astas en materia económica, reordenándola drásticamente para frenar la terrible inflación que se heredó del gobierno del expresidente Alan García. Las duras medidas económicas que Fujimori tomó tuvieron resultados positivos, hecho que le mereció el reconocimiento internacional, incluso los elogios del expresidente George Bush (Padre), porque estas fueron una luz al final del túnel en la necesaria recuperación económica para el beneficio de todos los peruanos.
Seguidamente operó la voluntad y decisión política de luchar contra el terrorismo, y los éxitos que se lograron en su gestión, entre ellos la captura del cabecilla terrorista de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán (a) “Gonzalo”, el 12 de septiembre de 1992; la creación de una estructura jurídica para frenar el terror; el apoyo a las autodefensas y otras fuerzas, junto con las FFAA y la ciudadanía, que complementaron perfectamente la recuperación económica, haciendo que la confianza internacional y las inversiones llegaran al país casi de inmediato.
El fujimorismo sufrió una persecución política por años, con cárcel incluida tanto para él como para su hija Keiko Fujimori, promovida por la izquierda radical y los "caviares", usando una estrategia de desprestigio con poderosas plataformas comunicacionales y la manipulación del sistema de justicia (con Gorriti, Vela, Pérez y compañía), que fue eficaz contra Fujimori y su familia hasta nuestros tiempos.
La izquierda radical y el progresismo jamás le perdonaron a Fujimori haber “destrozado” el “trabajo” que por décadas venían haciendo para implantar el socialismo en el Perú. Por eso, aprovechando los errores y excesos del desquiciado asesor Montesinos, crearon la perversa narrativa contra el fujimorismo, hecho que mantuvieron siempre como un globo aerostático alimentado por las “llamas” de la mentira y el odio. Durante décadas han creado historias, una más falsa que otra, pero bien "dichas" y "comunicadas" por sus medios afines, a fin de impregnar en el imaginario popular la peor imagen de un gobierno que, con errores, sacó al país del abismo de la inflación y del terrorismo.
Afortunadamente, en estos tiempos, toda la estrategia o trama caviar creada contra la derecha y el fujimorismo viene siendo expuesta en su verdadera dimensión, y la juventud y el pueblo peruano se han dado cuenta. Eso explica por qué mucha gente va en silencio y con respeto ante el féretro del expresidente, sin una “dirección política” ni manipulada de ninguna manera. Las expresiones espontáneas de miles de ciudadanos han dejado perplejos a los zurdos más radicales, que no saben cómo contener ese caudal social que, al final, revertirá en la vida política del país.
Desde el momento en que el féretro del expresidente viene siendo expuesto con honores de jefe de Estado en el Museo de la Nación, ciudadanos, políticos, empresarios, movimientos, instituciones y hasta sus propios rivales políticos de derecha han tenido el gesto humano de presentar sus condolencias a la familia y expresar sus saludos, orar en algunos casos y acercarse al féretro en una clara muestra de respeto por un presidente que, aunque controversial, para muchos, salvó al país.
Por eso, no creemos que con la muerte del expresidente Alberto Fujimori se extinga el fujimorismo; sino que, por el contrario, puede marcar el inicio de su sobrevivencia e incluso podría tener un sorprendente papel importante en la política peruana venidera.
Hoy son tiempos de nuevos enemigos y la lucha tiene que seguir. Por eso decimos con respeto: descanse en paz, presidente Fujimori. El trabajo continúa.