OpiniónDomingo, 13 de octubre de 2024
Oriente Medio, un año después de los ataques, por Berit Knudsen
Berit Knudsen
Analista en comunicaciones

El 7 de octubre de 2023 marcó un punto de inflexión, día de profundo dolor que desencadenó olas de sufrimiento y temor a poblaciones enteras. La violencia y ataques afectaron a ciudadanos de naciones involucradas, extendiéndose más allá de las fronteras, en un conflicto que continúa y se expande.

La periodista israelí Lee Yaron expresó que ese día los israelíes sintieron que volvían a ser judíos en el sentido histórico, sintiéndose vulnerables y perseguidos. Sus abuelos, sobrevivientes del Holocausto, creyeron que la creación del Estado de Israel sería el fin de siglos de persecución para que futuras generaciones vivieran con seguridad. Pero el ataque rompió esa seguridad, despertando el temor de no tener futuro.

Un año después, las imágenes de la violencia y el horror siguen presentes en la memoria colectiva con el asesinato de civiles inocentes, violencia extrema y rehenes en cautiverio en condiciones inhumanas. Claman por el regreso de los rehenes, demanda no entendida por la comunidad internacional.

La población en Gaza sufre las consecuencias de las represalias, familias destrozadas, hogares reducidos a escombros y un futuro incierto como realidad compartida. Niños que crecen en medio de explosiones, dolor y desesperanza arraigada, generando cicatrices que tardarán generaciones en sanar.

La pregunta es, ¿qué esperaba Hamás al orquestar este ataque? ¿No era previsible la respuesta de Israel? ¿Consideraron las consecuencias para los civiles? La población quedó desprotegida mientras construían túneles para combatientes. Pero la escalada del conflicto sigue despertando los peores temores en civiles de distintas naciones, actores activos y pasivos en medio de la destrucción.

Reconocer que los grupos armados no representan a la totalidad de sus pueblos. Hamas no es toda Palestina, ni Hezbolá en Líbano, los hutíes no son Yemen, ni las milicias chiitas son Irak; son grupos manipulados por intereses de Irán. Distinguir entre las acciones de estos grupos y las aspiraciones de la población es clave para reducir tensiones.

Irán, un país donde la población es oprimida bajo una tiranía sin libertades, no puede promover su modelo autoritario. Los Ayatolas, al celebrar la barbarie, los ataques, fomentando enfrentamientos, ponen en riesgo la estabilidad regional y mundial.

La comunidad internacional debe abordar el conflicto y sus urgencias, reclamando el regreso de los rehenes, defendiendo a los civiles sin distinciones. Una solución pacífica será aquella que reconozca que todas las personas merecen vivir con seguridad. Pensar en el ahora, detener la violencia para salvar vidas, fomentando la coexistencia pacífica y soluciones para todos los Estados.

El objetivo es un llamado a la reflexión a los grupos involucrados, no se puede justificar una guerra donde nadie gana y los civiles pierden. Reconocer que una “victoria total” solo implica más víctimas es un paso hacia la reconciliación.

Es momento de liberar a los rehenes, protegiendo a todos los civiles, iniciar la reconstrucción de áreas destruidas, deteniendo la invasión y ocupación de territorios, admitiendo la necesidad de una “solución de dos estados”. La comunidad internacional debe buscar salidas basadas en el respeto mutuo y la protección de los derechos humanos de todos los involucrados para construir un futuro seguro y pacífico.

La paz en Oriente Medio es una responsabilidad compartida. Solo a través del diálogo, empatía y reconocimiento del dolor que impera se podrá avanzar hacia una solución humanitaria y duradera. Líderes y ciudadanos deben unir esfuerzos para detener la violencia, construir puentes de entendimiento, garantizando un futuro para que las próximas generaciones puedan vivir sin temor y en armonía.

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