La ausencia absoluta de escrúpulos de la izquierda radical y de los caviares en el Perú muestra, por segunda vez en estos últimos años (la primera fue cuando entronizaron en el gobierno a un sujeto con graves limitaciones académicas y pieza funcional del senderismo, como Pedro Castillo), que son capaces de todo con tal de hacerse del poder a como dé lugar. Ellos, a pesar de mostrar públicamente supuestas divisiones, no dejan de "jugar en pared" cuando se trata de derrocar a un gobierno que no encaja en sus pretensiones hacia el socialismo. La historia reciente así lo demuestra.
La presidenta Dina Boluarte persiste en “disparar” contra todo lo que se mueve a la derecha del espectro político, sin querer aceptar o darse cuenta de que hay una jugada en el terreno político para tumbarla. Ataca a la prensa y enerva aún más a quienes tratan de llamarle la atención por los yerros en su gobierno. Por ahí no es, señora. Sus exaliados hoy son sus enemigos jurados, y haga lo que haga en el campo social, así trate de congraciarse con los ciudadanos, ellos ya la sentenciaron a la “muerte política”. De haber confrontado a la izquierda no se regresa, señora, no lo olvide.
Y a pesar de que a la izquierda y a los caviares no siempre se les vea unidos como hermanos, están atentos al menor atisbo de protesta social para aprovecharse, con un oportunismo criminal, y montarse sobre estas para luego imponer su “plataforma política”: “Dina asesina”, “que se vayan todos”, “cambio de constitución”, “gobierno de transición”, etc. El objetivo es que, de cualquier manera, debe haber nuevas elecciones para poder usar sus plataformas y hacerse del poder a nivel nacional. La maquinaria que han puesto en marcha funciona bien, y ahí los tenemos azuzando e induciendo a las revueltas a estudiantes, transportistas, maestros, trabajadores y a todo lo que puedan mover para sus objetivos. Como es obvio, en ningún caso les interesa la seguridad ni las reivindicaciones sociales. Lo lamentable es que aún hay sectores que se dejan manipular.
Sin embargo, hacemos un llamado al gobierno de la señora Boluarte para que reestructure su gabinete sin temor, dando un golpe de timón de cara a los ciudadanos y no a los políticos, pero con medidas estratégicas y realistas, con la verdad y la honestidad en las manos, atendiendo a la prensa y comunicando mejor sus actividades. Se debe entender que en un país como el nuestro, con una situación social y política tan volátil, el desgaste acelerado de ministros es una constante, y no hay que temer a ello; por el contrario, hay que asumirlo y dar el paso siguiente: cambiar a quienes con su sola presencia desestabilizan, no queda de otra.
Las izquierdas revueltas y sus agitadores no pasarán. En los dos últimos años ya han hecho todos los intentos por aglutinar “masas” y han sufrido una rotunda y aplastante derrota. Por eso creemos que, en esta oportunidad, pese a que se “montan” en la inseguridad y sobre los hombros de transportistas incautos o politizados, no pasarán más allá de una protesta callejera sin impacto estratégico. El pueblo los rechazará: quiere seguridad y no "politiquerías". Sí se puede.