Daron Acemoglu y James Robinson, dos de los tres galardonados con el Premio Nobel de Economía de este año publicaron en 2012 el libro Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. En el primer capítulo, reflexionaron sobre nuestra región, aquí un breve extracto.
“En 1545, un indígena llamado Diego Gualpa, mientras buscaba un refugio en los Andes, descubrió un gran depósito de plata en el Cerro Rico, que luego daría origen a la ciudad de Potosí. Esta ciudad, en su apogeo en 1650, llegó a tener una población de 160,000 personas, más que Lisboa o Venecia en ese tiempo.
Para extraer la plata, los españoles requerían muchos mineros. Así, enviaron al nuevo virrey, Francisco de Toledo, cuyo principal objetivo era solucionar el problema de la mano de obra. Toledo llegó a Perú en 1569 y pasó cinco años investigando sus nuevas responsabilidades. También llevó a cabo un censo de la población adulta. Para obtener trabajadores, trasladó prácticamente a toda la población indígena a nuevas ciudades llamadas reducciones, facilitando su explotación. Luego revivió la mita, un sistema de trabajo inca que significaba "turno". Originalmente, la mita se usaba para trabajos agrícolas, pero bajo Toledo se convirtió en un sistema de explotación masivo en Potosí. Definió una vasta zona de influencia que abarcaba gran parte del Perú y Bolivia, donde una séptima parte de los hombres debía trabajar en las minas de Potosí. Este sistema se mantuvo durante toda la época colonial y fue abolido en 1825.
Hoy en día, el legado de la mita aún es visible en Perú. Por ejemplo, las provincias de Calca y Acomayo, ambas en zonas montañosas y habitadas por descendientes de incas, muestran notables diferencias. Acomayo es significativamente más pobre, y sus habitantes consumen un tercio menos que los de Calca. La gente en Acomayo se pregunta por qué los visitantes llegan a una zona tan empobrecida. La accesibilidad también es diferente: la carretera a Calca está pavimentada, mientras que la de Acomayo está en mal estado. Aunque en ambas se cultivan los mismos productos, en Calca se venden en el mercado, mientras que en Acomayo son para el consumo personal. Estas desigualdades se explican por diferencias institucionales históricas, que se remontan a las políticas de Toledo. La diferencia clave es que Acomayo estaba dentro de la zona de influencia de la mita de Potosí, mientras que Calca no.
Además de la mita y la concentración de mano de obra, Toledo consolidó la encomienda en un impuesto per cápita que debía pagar cada hombre adulto anualmente. Esto era otra estrategia para forzar el trabajo y reducir los salarios de los terratenientes españoles. También se amplió el repartimiento, que obligaba a los indígenas a comprar mercancías a precios fijados por los españoles. Finalmente, Toledo introdujo el trajín, que utilizaba a los indígenas como porteadores para transportar mercancías pesadas en las empresas de la élite española.
A lo largo del mundo colonial español en América, surgieron instituciones y estructuras sociales similares. Tras una fase inicial de saqueo, los españoles establecieron una red de instituciones para explotar a los pueblos indígenas. Este conjunto, que incluía encomienda, mita, repartimiento y trajín, tenía como objetivo mantener a los indígenas en un nivel de subsistencia y extraer el excedente para beneficio español. Esto se lograba despojando a los indígenas de sus tierras, forzándolos a trabajar, ofreciendo salarios bajos, imponiendo altos impuestos y cobrando precios altos por productos que no se compraban de manera voluntaria. A pesar de que estas instituciones generaron riqueza para la Corona y enriquecieron a los conquistadores, también hicieron de América Latina una de las regiones más desiguales del mundo y limitaron su potencial económico”.
Como podemos notar, Acemoglu y Robinson buscan explicar por qué algunas naciones son ricas y otras son pobres. Proponen una teoría que se centra en la interacción entre las instituciones políticas y económicas; la observación empírica sugiere que esta teoría tiene un poder explicativo significativo.
Las instituciones económicas inclusivas apoyan las aspiraciones materiales de la mayoría de la población. Estas instituciones se caracterizan por garantizar derechos de propiedad seguros, un sistema legal imparcial y la provisión de servicios públicos que crean un entorno equitativo para el intercambio y la contratación. Esto asegura que las personas obtengan la mayor parte de los beneficios de sus esfuerzos, lo que las motiva a elegir carreras que utilicen mejor sus habilidades, a desarrollar esas habilidades a través de la educación y, si es necesario, a iniciar sus propios negocios e invertir en infraestructura y equipo. En cambio, las instituciones económicas extractivas son lo opuesto: su objetivo es dirigir las recompensas económicas hacia una élite relativamente pequeña. Estas instituciones desincentivan a las personas a emprender iniciativas económicas, ya que saben que obtendrán pocos beneficios, o limitan sus oportunidades para hacerlo.