Donald Trump ha alcanzado una victoria arrolladora en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. No solo logró la presidencia, sino que el Partido Republicano ahora cuenta con la mayoría en el Senado y la Cámara de Representantes. Además, por primera vez en décadas, alcanzó una ventaja de casi cinco millones de votos sobre el Partido Demócrata. Este respaldo masivo proporciona una oportunidad histórica para implementar un gobierno que responda realmente a las demandas de la sociedad estadounidense.
Trump ha obtenido un mandato respaldado por una mayoría de ciudadanos que claman por recuperar la soberanía y proteger sus valores nacionales. Al derrotar a las fuerzas globalistas alineadas con Kamala Harris, este triunfo es más que una victoria electoral: es una declaración de rechazo a una ideología que amenaza con disolver los principios tradicionales de libertad y responsabilidad individual en Estados Unidos.
La agenda del globalismo, como describe Agustín Laje en su libro “Globalismo. Ingeniería Social y Control Total en el siglo XXI”, busca suprimir las soberanías nacionales e imponer una uniformidad ideológica. En esta elección, el globalismo y sus promotores económicos, junto con los grandes medios de comunicación, recibieron un contundente rechazo de los estadounidenses. El Partido Demócrata ha asumido, en los últimos años, las banderas de una ideología globalista que no solo se enfoca en temas económicos, sino también en una transformación cultural basada en categorías neo-marxistas: feminismo radical, aborto, ecologismo extremo y demás componentes de la agenda "woke."
La imposición de esta agenda no solo genera conflictos internos en cada país donde se aplica, sino que lleva a una descomposición cultural que divide y debilita a las sociedades. La ingeniería social globalista proclama el valor de la diversidad, pero busca homogenizar la visión cultural en todas las naciones. La victoria de Trump representa un rechazo colectivo a estas imposiciones y una reafirmación del derecho de cada nación a decidir su propio camino.
Para los católicos, esta elección trae consigo una reflexión importante. Según una encuesta realizada a boca de urna por la cadena NBC, 56% de los católicos votaron a favor de Trump, mientras que un 41% eligió la opción demócrata. Como es de público conocimiento, Kamala Harris hizo del aborto legal uno de los pilares de su campaña electoral y manifestó muchas veces su desprecio hacia los cristianos en general y hacia los católicos en particular. Esto indica que muchos católicos siguen sin alinear su voto con los principios doctrinales de su fe, en temas como la defensa de la vida y la dignidad humana.
Sin embargo, teniendo en cuenta que los católicos de Estados Unidos tradicionalmente han votado a favor del Partido Demócrata, Trump ha modificado significativamente esa ecuación electoral. La doctrina católica enseña la importancia de defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y esta elección genera un alentador precedente sobre la necesidad de votar con una conciencia informada y firme en los valores cristianos.
Los católicos han votado guiados por las acciones de Trump en su anterior gobierno y han mantenido independencia de las tendenciosas narrativas mediáticas que lo presentaban como un peligro para el bien común.
Las Enmiendas sobre el Aborto
Simultáneamente a las elecciones presidenciales y legislativas, se votaron enmiendas sobre el aborto en diez estados. Los resultados no fueron favorables para el movimiento pro vida: en siete estados se aprobaron leyes que permiten el aborto en diferentes circunstancias, mientras que en tres estados —Florida, Nebraska y Dakota del Sur—se logró mantener la prohibición vigente.
En estados como Missouri y Arizona, se revirtió la prohibición del aborto. En otros estados como Colorado, Nueva York, Montana y Maryland, se ratificaron enmiendas que permiten el aborto bajo ciertos supuestos, como el riesgo de vida de la madre, casos de violación o malformaciones genéticas. Sin embargo, en Nevada, el tema aún está abierto, ya que se requerirá una segunda votación en 2026.
Aunque muchos pueden ver solo malas noticias en estos resultados, estas votaciones estatales nos recuerdan que la lucha por la vida aún continúa. Un triunfo de Harris hubiera significado la posibilidad de zanjar el tema del aborto con su legalización total. El Partido Demócrata ya había anunciado su intención de incrementar el número de jueces de la Corte Suprema para lograr una mayoría que anulara los efectos de la sentencia Dobbs, y se volviera a la situación de la sentencia Roe vs. Wade.
El debate del aborto en Estados Unidos continúa vigente y esto es una señal esperanzadora.
Los triunfos para la causa del respeto al derecho a la vida en Estados Unidos dependerán de voces valientes para defender los derechos de quienes no tienen voz. Con el triunfo de Trump, existen mayores posibilidades de éxito. Nuevas votaciones de enmiendas sobre el aborto representarán oportunidades para defender el principio de que la vida humana es inviolable.
La victoria de Trump es un recordatorio de que es posible generar un cambio, pero solo si se continúa trabajando con responsabilidad, educación y compromiso, es hora de dar la batalla, porque la vida, literalmente, depende de ello.
(*) Carlos Polo y José Martínez son miembros de la Oficina para Iberoamérica de Population Research Institute.