El foro APEC que se llevó a cabo en el Perú el 13, 14 y 15 de noviembre y que reunió las 21 economías del Asia pacífico, ha significado un hito histórico en las relaciones comerciales de nuestro país con gigantes como Japón, Corea del Sur, EEUU y China, entre otros, para cerrar tratados de libre comercio, firmar convenios, y hasta recibir donaciones como las de EE.UU. que nos obsequió una flotilla de helicópteros y vagones para futuros trenes. El hecho más relevante fue, sin duda alguna, la inauguración del megapuerto de Chancay por parte del presidente de China Xi Jinping, quien junto a la mandataria peruana Dina Boluarte, la inauguraron virtualmente, sellando así una alianza estratégica para los siguientes 30 años.
Sin embargo, debido a la falta de una estrategia comunicacional potente y esclarecedora del Estado y de los actores involucrados, flotan en ambientes empresariales, políticos, sociales e incluso en algunos sectores castrenses, voces que cuestionan las condiciones en las que se cedieron los terrenos para el megapuerto, los mismos que han sostenido hipótesis de corrupción en algunos casos, de prepotencia en otras, de ser parte de una estrategia china para instalar una plataforma militar que los favorezca en una presunta guerra mundial, u otra estrategia comercial para vencer a sus oponentes estadounidenses en la guerra económica. Todas las hipótesis merecen atención y deben ser esclarecidas. No basta fustigar a los oponentes, sino, desacreditarlos con la verdad.
Entendemos también que los chinos tienen negocios como mineras, energía eléctrica y otros que podrían ser considerados como el avance de una estrategia global de copamiento comercial debido a su gran voracidad en la demanda de insumos, pero también entendemos que pretenden abrir la puerta de mercados para colocar su excesiva producción que, de una u otra manera, afectarían la producción nacional, especialmente en el campo manufacturero. El ejercicio del análisis en todos esos campos es una obligación de todos, pero no para cerrar nuestras puertas, al contrario, para abrirlas y sacar el mayor provecho en beneficio de todos los peruanos.
Para nadie es un secreto que esta “movida” de ficha de los Chinos poniendo un megapuerto en Chancay Perú obliga a las demás potencias a hacer lo mismo, como se ha podido confirmar con el anuncio que la NASA de los EE.UU. construirán en el Perú un Puerto Espacial para el lanzamiento de naves espaciales con una inversión de mil millones de soles en una primera etapa. Asimismo, el futuro megapuerto de Corío en Arequipa, tal vez con mayor capacidad que el mega puerto de Chancay, es otro ambicioso proyecto en el que estarían interesados en invertir, en conjunto, los EEUU, Corea del Sur y Chile. Estas movidas, por cierto, no solo tienen relevancia comercial, sino también geoestratégicas. Como es obvio, las potencias mundiales están obligadas entonces a sentarse en una mesa de negociaciones con el Perú. Por eso debemos fortalecernos en la región con una democracia y economía sólida y que la voz de un pequeño país como el Perú, ruga como un león.
El Perú necesita no solo un presidente bonachón, enérgico o bien intencionado, sino, un estadista de polendas que comprenda que no solo es un juego comercial sino también un ajedrez geopolítico mundial en el que no somos meros espectadores, sino, un jugador estratégico audaz, inteligente y visionario para que el resultado de estar en la mesa con los grandes, se traduzca en desarrollo y prosperidad para nuestro país. Abrimos las puertas, sí, pero con cuidado, así lo aconseja la prudencia. Sí se puede.