Se conmemoran los 400 años del fallecimiento de Juan de Mariana (1536-1624), uno de los pensadores más influyentes del Siglo de Oro español y cuya obra sigue siendo objeto de estudio y debate en los campos de la historia del pensamiento económico, la filosofía política y la teoría del derecho.
Su figura es especialmente conocida por sus posturas radicales sobre el poder monárquico y la legitimidad política, así como por su crítica a las prácticas económicas del reino de España, especialmente la devaluación de la moneda y los impuestos excesivos. Aunque su obra histórica sobre España gozó de reconocimiento, fue su tratado De rege et regis institutione (1598) el que lo catapultó a la fama y la controversia, por su defensa del derecho del pueblo a deponer o incluso asesinar a un rey tirano. Este pensamiento radical, que vinculaba la legitimidad política con el bienestar de los súbditos y la protección de la propiedad privada, se enmarcó en las discusiones filosóficas de la época sobre la naturaleza del poder y los límites de este.
A pesar de que el legado de Juan de Mariana ha sido mayormente eclipsado por la controversia generada por sus ideas sobre el tiranicidio, sus reflexiones económicas, especialmente sobre la moralidad de la acuñación y la justicia fiscal, anticipan muchas de las preocupaciones modernas sobre el rol del Estado en la economía. En el marco de la conmemoración de los 400 años de su muerte, es oportuno revisar no sólo su pensamiento filosófico y político, sino también valorar su contribución a la teoría económica, que sigue siendo relevante en los debates contemporáneos sobre poder, derecho y economía. Mariana, lejos de ser solo un producto de su tiempo, continúa siendo una figura clave en la reflexión sobre los límites del poder y las políticas económicas.
Contexto político y religioso
Juan de Mariana vivió en una época de intensas tensiones políticas y religiosas. Su obra se desarrolló en el contexto del Siglo de Oro español, cuando el poder monárquico estaba profundamente vinculado a la autoridad religiosa, en un mundo donde la Contrarreforma y el ascenso del absolutismo español dominaban la escena política europea. El rey, considerado por muchos como designado por Dios, ejercía una autoridad absoluta, que a menudo entraba en conflicto con las ideas emergentes sobre el poder popular y los derechos individuales. En este clima, las ideas de Mariana, especialmente su defensa del tiranicidio, resultaron profundamente subversivas. Además, la creciente desconfianza hacia la Compañía de Jesús, a la que pertenecía, complicó aún más su situación, ya que los jesuitas fueron acusados de estar implicados en intentos de asesinato contra monarcas como Enrique IV de Francia o el rey Jaime I de Inglaterra, lo que asoció a Mariana con una imagen de regicidio en la mente de muchos de sus contemporáneos.
Mariana, como miembro de la Compañía de Jesús, formaba parte de una orden religiosa cuya influencia política y educativa en Europa era muy significativa. Los jesuitas eran conocidos por su capacidad intelectual y su compromiso con la educación, pero también fueron objeto de críticas por su supuesta intervención en la política de los reinos católicos. Las tensiones políticas del momento asociaron a los jesuitas con la idea de regicidio. Aunque Mariana no fue directamente responsable de estos actos, su obra De rege, en la que defendía el derecho de los súbditos a deponer a un rey tirano, fue interpretada como una justificación filosófica para tales actos. Esta conexión, sumada a la fama del autor y a la creciente hostilidad hacia los jesuitas, convirtió la publicación de su obra en un evento controvertido, que alimentó la propagación de la acusación de que los jesuitas eran enemigos de la monarquía y de la estabilidad política que culminaron en la supresión de la Orden a finales del siglo XVIII.
Tiranía y monarquía
Mariana abordó la cuestión de la tiranía desde una perspectiva que desafiaba la noción tradicional de la monarquía absoluta. Para él, el poder del rey no era divino ni absoluto, sino que debía estar subordinado a las leyes naturales y al consentimiento de los gobernados. Según Mariana, un rey que se convirtiera en tirano, es decir, que abusara de su poder para oprimir a sus súbditos o violar sus derechos naturales, perdía su legitimidad. En este sentido, Mariana defendía que el pueblo tenía el derecho, incluso el deber, de resistir y, en casos extremos, de ajusticiarlo, llegando a justificar el tiranicidio como una forma legítima de defensa contra la opresión. Esta visión contrastaba fuertemente con la teoría política dominante en la época, que sostenía la inviolabilidad del poder real basado en el derecho divino.
Envilecimiento de la moneda
El pensamiento económico de Mariana se destaca especialmente en su crítica al envilecimiento de la moneda, una práctica común en el reinado de los Habsburgo, que consistía en reducir el contenido metálico de las monedas para obtener más dinero con menos metal precioso. Mariana veía esta práctica como una forma de "impuesto injusto", una exacción de valor sobre la población sin su consentimiento. En su obra De monetae mutatione (1609), Mariana no solo condenó el envilecimiento como una injusticia moral, sino que también advirtió sobre sus efectos destructivos para la economía. A través de esta devaluación, el poder real trataba de resolver los problemas fiscales, pero el resultado era la inflación, la desconfianza en la moneda, la alteración de los intercambios comerciales y el fomento de la falsificación. Para Mariana, el rey no tenía derecho a manipular la moneda, ya que su valor debía reflejar siempre su contenido metálico real, y cualquier intento de alterar este principio era, en términos prácticos y éticos, una forma de robo al pueblo.
Pensamiento económico y el papel del Estado
Mariana fue un precursor de muchas de las preocupaciones económicas modernas, en especial en cuanto a los límites del poder del Estado sobre la economía. Su énfasis en la justicia fiscal, la moralidad en las políticas monetarias y la protección de la propiedad privada se alinean con principios que más tarde serían fundamentales para el pensamiento económico liberal. Mariana defendía la idea de que el poder del monarca, lejos de ser absoluto, debía estar sometido a las leyes naturales y al consentimiento de los gobernados, lo que implicaba un control limitado sobre la economía. Al criticar la devaluación de la moneda, Mariana no solo estaba defendiendo la estabilidad económica, sino también los derechos de los ciudadanos frente a la arbitrariedad del poder estatal. En este sentido, su pensamiento anticipa debates modernos sobre el papel del gobierno en la regulación económica, la inflación y la necesidad de una economía basada en la confianza y el respeto a los derechos de propiedad.
Relevancia y análisis contemporáneos
Las críticas de Mariana a la tiranía, la degradación y el abuso de la prerrogativa real resuenan hoy en las discusiones sobre los límites del poder estatal, la libertad económica y la importancia de los derechos de propiedad privada. Su oposición a la devaluación anticipa las preocupaciones contemporáneas sobre las políticas inflacionarias y las implicaciones morales de la manipulación monetaria por parte de los bancos centrales. Sus ideas sobre la tiranía, en particular la noción de que los gobernantes deben rendir cuentas al pueblo, pueden vincularse a los principios democráticos modernos y a los debates en curso sobre la legitimidad del poder estatal.
Sin embargo, su justificación del tiranicidio sigue siendo muy polémica. Si bien sus argumentos reflejan una creencia profundamente arraigada en la responsabilidad moral de los gobernantes de respetar los derechos de sus súbditos, las implicaciones violentas de su postura contrastan marcadamente con los marcos democráticos modernos, que enfatizan el cambio político pacífico y el estado de derecho.
En suma, la obra de Juan de Mariana ofrece una fascinante intersección entre la filosofía política, la teoría económica y el pensamiento religioso. Su crítica al poder real y sus preocupaciones sobre la justicia económica sentaron las bases para el pensamiento económico liberal posterior, incluso cuando su justificación del tiranicidio lo coloca dentro de la historia más amplia de la teoría política, que lidia con los límites morales del poder estatal y los derechos de los ciudadanos a resistir a los regímenes opresivos.