El conflicto entre Rusia y Ucrania ingresa a una fase crítica con escaladas que amenazan la seguridad global. Los misiles de largo alcance usados por Ucrania y la respuesta de Rusia con su nuevo misil balístico hipersónico, intensifican tensiones, generando preocupación internacional.
El saliente presidente Joe Biden autorizó a Ucrania a usar misiles de largo alcance suministrados por Estados Unidos, marcando un punto de inflexión. Ucrania, en posición de desventaja y probabilidades de perder territorios estratégicos, lanzó 6 Misiles Tácticos (ATACMS), con alcance de 300 kilómetros, contra instalaciones militares y logísticas rusas, interpretado por Moscú como amenazas occidentales para escalar el conflicto.
En respuesta, Vladimir Putin lanzó el nuevo misil balístico hipersónico de alcance medio "Oreshnik" contra instalaciones militares en Dnipró, en represalia por las armas de largo alcance. Advirtió que la situación "adquiere elementos de conflicto global", reservándose el derecho de atacar instalaciones en países cuyas armas sean usadas contra territorio ruso, señalando a Estados Unidos y Reino Unido.
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski acusó a Rusia de "prolongar la guerra" con “escaladas severas". Sugirió el uso de un misil balístico intercontinental, pero autoridades estadounidenses y rusas confirmaron que se trató de un misil de alcance medio, no diseñado para cargas nucleares. El "Oreshnik" es un misil balístico hipersónico con velocidades de Mach 10 (3 kilómetros/segundo) evadiendo defensas antiaéreas, que según Putin logró el objetivo previsto. El Pentágono confirmó una notificación rusa previa al lanzamiento, evitando malentendidos o confrontaciones directas con la OTAN.
A dos meses del traspaso de mando al presidente Donald Trump, las decisiones de Biden generan controversias, interpretadas como acciones de la saliente administración para complicar al nuevo gobierno con una crisis internacional agravada. Sin mecanismos de diálogo y tratados vigentes entre potencias nucleares, la incertidumbre y riesgo de una confrontación directa aumenta.
La promesa de Trump, poniendo fin a la guerra antes de tomar posesión, involucra concesiones ucranianas, sin unirse a la OTAN por 20 años, zonas desmilitarizadas con fuerzas de paz europeas. El enfoque logró señales de apertura en Putin; pero para Ucrania las renuncias resultan difíciles de aceptar, interpretadas como rendiciones parciales.
La supuesta participación de tropas norcoreanas apoyando a Rusia son vistas como desafíos directos, internacionalización y expansión, complicando cualquier resolución pacífica. Una confrontación directa entre Rusia y la OTAN con armas avanzadas incrementaría el impacto humanitario con más civiles en peligro y desplazamientos forzados. China o Corea del Norte podrían reevaluar sus posiciones con dinámicas geopolíticas más amplias.
La participación del Reino Unido y Francia suministrando misiles a Ucrania genera preocupación; pero un papel más activo en la seguridad regional comprometiendo recursos y personal contribuiría a mantener la paz en Ucrania fortaleciendo la seguridad y defensa europea, aunque se debate la viabilidad y riesgos asociados.
Zelenski afirma que la falta de respuestas contundentes alienta a Moscú a continuar la agresión en medio de su delicada posición. Busca apoyo internacional para defender su soberanía ante acciones que resultaría incontrolables. Pero la población ucraniana sigue sufriendo las consecuencias.
Las graves escaladas demandan soluciones diplomáticas urgentes, iniciar conversaciones de paz con acuerdos que respeten la soberanía y seguridad de los afectados. La prudencia y cooperación internacional evitaría consecuencias catastróficas con diálogo, respeto mutuo y una resolución pacífica, impidiendo un conflicto con alcances globales, priorizando la protección de la vida, restableciendo la paz y estabilidad.