“Dios es peruano”
“Menos mal que acá en Sudamérica estamos lejos”
“Que lindo es mi ombligo, más bonito aún dentro de mi burbuja (imaginaria)”
Las dos primeras frases son parte cotidiana del vocabulario limeño, ante las cuales he optado ya por solo sonreír; la tercera es de mi autoría.
Resulta difícil de asimilar, intelectualmente, que no solo el vulgo, sino también personas presumiblemente leídas y hasta cultas (que no es lo mismo, ya que lo segundo implica procesamiento neuronal deliberado), capaces de crear y/o conducir exitosos negocios, conglomerados empresariales o incluso experimentadas en política, pese a ser plenamente conscientes de la globalización comercial y tecnológica, sigan permaneciendo deliberadamente ciegas ante las implicancias de la globalización política, la cual abarca, sin duda, la guerra, herramienta extrema de la política.
A lo sumo, se escuchan o leen preocupaciones sobre supuestas barreras arancelarias futuras o variaciones en los precios de los commodities que exporta el Perú. Claro, todo eso cae dentro de la esfera de lo comercial.
Nadie parece querer ser consciente de que, a diferencia de las dos guerras mundiales anteriores, esta tercera, que ya lleva buen tiempo peleándose a través de "proxys", nos alcanzará muy rápido si, como todo parece indicar hasta ahora, se transforma en un enfrentamiento abierto entre las potencias. Este conflicto no solo se desarrolla en el teatro de operaciones europeo, sino que abarca también el área marítima de influencia de Japón, India, Medio Oriente, el Caribe iberoamericano y el altiplano andino.
No es un secreto que las fuerzas armadas de Rusia, China e Irán no solo coinciden en sus acciones encubiertas en Venezuela y Bolivia, sino que, desde hace un tiempo, vienen realizando ejercicios bélicos conjuntos, típicos de una fuerza compuesta por aliados con un objetivo territorial común.
Hasta ahora no he leído un solo comentario de algún profesional de la defensa, activo o retirado, que se haya animado a escribir al respecto. Entiendo que quienes están en la planilla de Cosco Shipping Company tienen ahora prioridades distintas a aquellas por las que una vez prestaron juramento. Pero, ¿y los demás?
Lo que sucede en Ucrania es una prueba clara de cómo puede reaccionar una potencia cuando percibe la cercanía de una amenaza a su seguridad militar o económica.
Pienso que ha llegado la hora de abrir los ojos y evaluar los escenarios probables en la región si el conflicto ucraniano sigue el rumbo trazado por la retórica.
Guerra avisada mata cojudos.