¡Es increíble tanta mediocridad! El país se hunde de a pocos y nuestros gobernantes no arreglan la situación, ya sea por incapacidad, por ideología o por simple ignorancia. Las recetas para solucionar los problemas económicos existen desde hace tiempo y se conoce con claridad qué es lo que funciona y qué no. La receta debe adaptarse a la realidad de cada país, pero se sabe qué hacer: eliminar el déficit fiscal, dejar flotar el tipo de cambio, liberalizar los mercados, etc. Ninguna solución es mágica; no existen las varitas mágicas en economía y las soluciones son de mediano a largo plazo.
Se debería enseñar en los colegios: Cualquier promesa de arreglar una crisis económica a corto plazo es mentira. Recordemos la frase “no más pobres en un país rico” de hace algo más de 3 años y veamos cómo se desarrollaron las cosas: a pesar de la gran capacidad de resiliencia de la economía peruana y nuestras empresas, la dinámica de la economía ha bajado y hemos pasado por ligera recesión en determinado momento, aún con un boom de los precios de nuestros principales productos de exportación. El que promete soluciones rápidas a problemas económicos es porque no sabe de qué está hablando o está mintiendo descaradamente.
La solución de problemas (en general, pero aplicado a la economía en este caso), una vez analizado y con verificación en la experiencia, no debe ser algo complicado. Basándonos en una secuencia lógica de preguntas y respuestas que se van afinando a medida que se estudia el problema llegamos rápidamente a la solución. Utilizo un ejemplo:
1. Pregunta: ¿Cómo reducir la pobreza?
Respuesta: En base a la experiencia la única forma eficiente y duradera es generando mayor empleo.
2. Pregunta: ¿Cómo generamos mayor empleo?
Respuesta: En base a la experiencia en todo el mundo la forma más eficaz de generar empleo es con más inversión.
3. Pregunta: ¿Cómo generamos mayor inversión?
Respuesta: La inversión puede ser pública o privada. En los países cuya economía ha tenido un crecimiento que ha permitido reducir la pobreza mediante la generación de empleo, la inversión privada ha sido porcentualmente mayor que la inversión pública y ha permitido una expansión más sostenida en el tiempo.
4. Pregunta: ¿Cómo atraer mayor inversión privada al país?
Respuesta: Con reglas claras, estabilidad jurídica para los inversionistas, tasas aceptables de impuestos, entre otros aspectos. Todo dentro de un marco de responsabilidad social empresarial.
¡Listo! Ya tenemos la solución al problema, solo hay que seguir lo que manda el manual y ya está; se ha hecho antes con éxito, solo hay que seguir la experiencia anterior en otros países ajustándose a la realidad peruana.
Otro ejemplo tan sencillo como el anterior:
1. Pregunta: ¿Cómo hacemos para eliminar el déficit fiscal y no caer en inflación y/o devaluación?
Respuesta: Puede ser de dos formas: incrementando los ingresos y/o reduciendo los gastos.
2. Pregunta: ¿Cómo incrementamos los ingresos?
Respuesta: Con mayor actividad económica. Ver punto 4 del ejemplo anterior.
3. Pregunta: ¿Cómo reducimos los gastos sin contraer la economía?
Respuesta: Primero, reduciendo el aparato del Estado, privatizando las empresas que generan pérdidas o cerrándolas si son como en muchísimos casos, agencias de empleo de los allegados al gobierno de turno. Hay mucha grasa por recortar ahí. Segundo, promover las asociaciones público privadas y las concesiones para que las inversiones en infraestructura no sean salidas de caja del Estado, todo dentro de una normativa que no permita abusos de las empresas, pero que promueva la inversión.
La pregunta se cae de madura:
1. Pregunta: ¿Es decir que todo depende de la inversión?
Correcto, ya sea privada o pública. El problema de la inversión pública es que generalmente implica corrupción e ineficiencias, si es privada es más eficiente y puedes obtener ingresos a través de impuestos, canon o regalías. El impacto de la inversión pública, además, es menor que el de la inversión privada, habitualmente.
2. Pregunta: ¿Cómo atraer más inversión privada?
Ver respuesta 4 del primer ejemplo.
Podemos seguir así horas de horas, al final todo siempre va a recaer en mayor inversión privada. Esto le debe causar un tremendo escozor a nuestros amigos de la izquierda, pero es verificable con la lectura de simples estadísticas, pues si verificamos también en donde se han aplicado las medidas que proponen solo encontramos pobreza, hambre, desigualdad (si, esa que atribuyen al libre mercado, pero que se manifiesta en gobernantes muy ricos y gobernados muy pobres) y, en muchos casos, exilio. Sin ideología, solo con datos estadísticos.
El último problema:
1. Con un aparato estatal grande, ¿ha habido alguna experiencia exitosa de crecimiento y/o desarrollo en la región? No, que yo recuerde. Les pido por favor que busquen cifras a ver si por algún milagro encuentran alguna.
Entonces, ¿por qué insistimos en experiencias fallidas? ¿Qué tan mediocres (o imbéciles) somos? ¿Alguien puede creer que lo que fracasó antes en distintas épocas y en todo lugar donde se aplicó va a funcionar ahora en manos de ineptos sin norte definido?
Existe otro problema muy grave: la implementación de las medidas correctivas. Los políticos creen que su popularidad depende de hacer unos cuantos favores, pero en realidad su popularidad a largo plazo depende en gran medida de la marcha de la economía. Dar un subsidio regala unos pocos aplausos por un corto tiempo, pero genera una salida de recursos que luego se vuelve déficit fiscal que hay que financiar (con deuda, aumentando impuestos o con emisión) lo cual en el largo plazo lleva a inflación, es decir pérdida de poder adquisitivo y, por ende, más pobreza (sobre todo cuando ese comportamiento se extiende a toda la economía). Subsidios a mansalva para calmar a los que reclaman (que habitualmente son grupos de interés como sindicatos) o más impuestos (que ralentizan la actividad económica y promueven la informalidad) o simplemente aumentando el tamaño del aparato público (que va a requerir fondos para financiar planillas son la forma típica de actuar del político nacional pensando no a largo plazo (como debe hacerlo un estadista), sino en el corto o muy corto plazo por unas cuantas décimas de popularidad en las encuestas.
El Perú necesita un estadista que diga lo que hay que hacer y que además lo cumpla. La población debe saber que no hay nada que se logre sin esfuerzo y que la solución toma cierto tiempo para que sea duradera. Mientras más rápido se den las reformas, más pronto tendremos resultados.