OpiniónDomingo, 15 de diciembre de 2024
En busca de la libertad y el bienestar, por José Antonio Torres Iriarte
José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

Desde la óptica latinoamericana, en la década de los ochenta del siglo pasado, el Fondo Monetario Internacional en especial era percibido como un organismo financiero que presionaba a los gobiernos latinoamericanos para impulsar políticas de ajuste económico. Por su parte, en los años noventa, el llamado "Consenso de Washington" tuvo acogida en la medida que en base a políticas pragmáticas pretendía dejar atrás la hiperinflación que marcó la vida económica de varios países de la región. Por ello reducir la inflación, alentar las privatizaciones, reducir aranceles, abandonar políticas proteccionistas se hicieron indispensables. El Banco Mundial se propuso reducir la pobreza a nivel global alentando reformas económicas en América Latina, Europa del Este; teniendo claro que la República Popular China tenía un enorme potencial para crecer apoyándose en una inmensa mano de obra y en una creciente inversión extranjera.

Sin el Muro de Berlín, con una Europa del Este libre de la tutela soviética, disuelta la URSS y con la reunificación alemana afianzada, fue posible que Europa alcance la unión monetaria y se institucionalice la Unión Europea en pocos años. España se convertiría en un socio comercial importante para el Perú y América hispana en especial, se estrecharon los lazos con Iberoamérica. Si Estados Unidos demostró su vocación imperialista a lo largo del siglo XX, con invasiones en Centroamérica, República Dominicana o Panamá en 1989, lo cierto es que el devenir de los tiempos determinó un cambio de estrategía en sus relaciones con América Latina.

La suscripción del TLC entre Estados Unidos, Canadá y México, la Iniciativas de las Américas y el ALCA fueron señales de una nueva actitud política. Cuando parecía inminente que Cuba sería afectada por la falta de apoyo soviético, la llegada de Hugo Chávez significó un respiro para la agónica Revolución Cubana. La muerte de Hugo Chávez, en mi concepto, afianzó la influencia cubana en Venezuela. Nicolás Maduro es un operador político de Cuba, fue formado políticamente en la Habana. En Venezuela se consumó un fraude electoral el pasado 28 de Julio.

El tirano hoy parece sumido por la desesperanza, luego de la derrota del partido Demócrata y Kamala Harris. Más aún la lucha por la libertad sigue vigente a pesar de la hegemonía de dictaduras en América Latina. Las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua parecen invencibles, no sólo porque sus tiranos controlan políticamente a las fuerzas del orden, sino porque los cárteles de la droga financian sus fracasados proyectos políticos. Evo Morales se victimiza y pretende volver al poder el próximo año. Por su, parte Gustavo Petro entrega la bandera del M-19 al expresidente uruguayo José Mújica, como un acto de afirmación política y reivindicación de la lucha armada que ánimo tanto al grupo de extrema izquierda colombiano, sino a la par a los Tupamaros uruguayos que perpetraron acciones terroristas en Montevideo especialmente. Brasil, con un Lula afectado por su salud y por la "trama de Odebrecht", demostrando que como anfitrión del G-20 (hace poco) buscó estar al lado de otros presidentes latinoamericanos, afines a su línea política. En el trance que hoy vive Venezuela, podría ser determinante la posición tanto de Gustavo Petro, como del presidente Lula.

Edmundo Gonzalez ganó abrumadoramente las elecciones. Las actas electorales están a disposición de la opinión pública internacional, el Centro Carter se ha pronunciado, presentando evidencias del fraude ante la OEA. El gobierno de Biden influenciado por el progresismo norteamericano, buscó acercarse al gobierno de Nicolás Maduro, con la falsa promesa de que se realizarían comicios libres. El Acuerdo de Barbados fue incumplido por el gobierno de Caracas. El próximo 20 de enero asume la presidencia Donald Trump, lo que enciende el discurso antiimperialista de Nicolás Maduro. Los gobiernos de Rusia, China e Irán dudo que en está coyuntura estén dispuestos a expresar su total lealtad al tirano de Caracas. Los acontecimientos en Siria, no son tan ajenos a América Latina. El pueblo sirio en su territorio y en el exilio ha celebrado la caída de la sangrienta tiranía, lo que no significa el establecimiento de una democracia representativa. La invasión de Rusia a Ucrania, el papel de Israel en Medio Oriente y el accionar de grupos terroristas y extremistas no puede ser desvirtuado. Si Venezuela aspira a lograr su libertad, su pueblo, los millones de electores de Edmundo Gonzalez deben movilizarse en las próximas semanas. La presencia de Trump en la Casa Blanca y de Marco Rubio a cargo del Departamento de Estado, harán posible que el gobierno norteamericano no crea en las falsas promesas de Nicolás Maduro. Los millones de migrantes venezolanos en el exterior no pueden ser indiferentes. La lucha por la libertad no tiene fin. Nicolás Maduro sabe de sus limitaciones y no descarto que a estás alturas sienta que sus aliados tienen otras prioridades en el tablero internacional. Aún el tirano Maduro está a tiempo de negociar su salida o de lo contrario se expone a que un escenario insurreccional como el de enero de 1958 pueda repetirse.

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