Jimmy Lai podría haber huido de Hong Kong cuando los comunistas llegaron en 1997.
Cientos de miles de sus compatriotas de Hong Kong lo hicieron. Muchos buscaron refugio en Canadá, Australia y Estados Unidos. Pero el multimillonario empresario, editor del principal periódico de la antigua colonia británica, Apple Daily, decidió quedarse y luchar por la libertad. Decisión que podría costarle la vida, según su amigo y biógrafo Mark Clifford.
Como relata Clifford en "The Troublemaker", Lai ya había escapado de la China comunista antes. En 1961, cuando tenía 12 años, Lai cruzó la frontera hacia Hong Kong únicamente con solo la ropa puesta. Era la época de la Gran Hambruna China, el desastre político de Mao que mató de hambre a 45 millones de personas. Hong Kong estaba lleno de refugiados. Pero Lai logró encontrar trabajo en una fábrica como obrero ocasional. Recibía una miseria por su trabajo. Sobrevivía durmiendo en el suelo de la fábrica, comiendo fideos baratos en los puestos callejeros.
Carismático, energético y con una sed insaciable de aprendizaje, Lai ascendió rápidamente en la escala social. A los 20 años dirigía una fábrica con 300 trabajadores. Seis años después, ya era dueño de una. Y en 1981, a los 33 años, fundó la cadena de retail Giordano, pionera de la moda rápida ue revolucionó la industria textil.
Lai construyó su fortuna en el Hong Kong libre, una ciudad vibrante que floreció bajo el dominio británico. Y aunque al principio se mantuvo alejado de la política, tenía la esperanza de que las reformas económicas de Deng Xiaoping trajeran consigo mayor libertad a China. Ese sueño se desvaneció el 4 de junio de 1989, cuando el régimen de Beijing mató a tiros a miles de estudiantes y trabajadores en la plaza principal de la capital china.
La masacre de Tiananmen fue el momento del despertar político de Jimmy Lai. Con la misma determinación que lo convirtió en multimillonario, se dedicó de lleno a la lucha por la democracia. Entre sus acciones, ayudó a escapar hacia Occidente a líderes estudiantiles perseguidos por el régimen chino, como Wuer Kaixi, uno de los principales rostros del movimiento pro-democracia.
Sin embargo, lo que realmente colocó a Lai en un "curso de colisión con Beijing", como lo describe Mark Clifford, fue un artículo incendiario que escribió contra Li Peng, el entonces primer ministro y uno de los principales arquitectos de la brutal represión en Tiananmén.
"Ridiculizó al primer ministro chino como 'una humillación nacional', escribe Clifford. 'Criticó la barbarie, la corrupción y la decadencia del Partido Comunista Chino... Cerró su columna con un desafío enfático al primer ministro: ‘Quiero decirte que no solo eres un bastardo, también eres un bastardo con un IQ nulo’".
La respuesta de Beijing fue inmediata y furiosa. Lanzaron una campaña implacable para destruir tanto los negocios como la reputación de Lai. Como muchos en Hong Kong, él había considerado planes de contingencia para abandonar la ciudad ante la inminente cesión de su soberanía a China. Sin embargo, tomó una decisión distinta: quedarse y enfrentar lo que viniera.
Jimmy Lai ya había escapado del comunismo una vez, pero esta vez decidió quedarse y luchar. Estaba dispuesto a poner todo en juego: su dinero, su influencia y el alcance de las imprentas de Apple Daily. Su objetivo era claro: respaldar el movimiento democrático de Hong Kong y resistir la tiranía de Beijing.
Su credo, según relata Mark Clifford, era contundente y lo repetía con frecuencia: "Lucharé por la libertad, no renunciaré al anticomunismo, y nunca renunciaré a mi dignidad como ser humano."
¿De dónde surgió el valor para enfrentarse a la mayor máquina represiva del mundo, el Partido Comunista Chino? Según Mark Clifford, en parte se debió a "la aversión instintiva de un hombre de negocios al control político". Pero las convicciones de Jimmy Lai iban mucho más allá.
A pesar de haber recibido solo cinco años de educación formal, Lai era un lector insaciable. Esto lo llevó a construir una sólida base intelectual por su cuenta. Milton Friedman, quien fue su amigo cercano, lo describió así: "Por su cuenta, [Lai] adquirió una educación liberal y se convirtió en un libertario."
En el plano personal, Jimmy Lai encontró inspiración en la fe de los católicos que conoció durante su activismo pro-democracia, como el cardenal Joseph Zen. Pocos días después de la toma de Hong Kong por los comunistas, Lai decidió unirse a la Iglesia Católica. Su esposa, también creyente, resumió ese momento con claridad: "Él sabe que una lucha se avecina y que necesitará la ayuda de Dios para enfrentarse a ella."
El relato de Mark Clifford describe con intensidad los años de adversidad que enfrentó Jimmy Lai. Fue golpeado, su casa fue atacada con bombas incendiarias y lo arrestaron en repetidas ocasiones. Su salud ha decaído considerablemente en los últimos cuatro años en prisión. Hoy, Lai vive bajo confinamiento solitario, 23 horas al día, en una instalación de máxima seguridad. El cargo de seguridad nacional que pesa sobre él —colusión con fuerzas extranjeras— podría condenarlo a cadena perpetua.
La historia de Jimmy Lai en la industria textil, narrada con maestría por Mark Clifford, es un testimonio de determinación y éxito. Pero lo que realmente destaca es su valentía: la disposición a sacrificar su fortuna, su libertad e incluso su vida por la causa de la libertad. Esta biografía, brillante y profundamente inspiradora, no solo informa, sino que atrapa y cautiva al lector desde el principio.
Jimmy Lai no es solo el prisionero político más emblemático de China; su vida es un espejo de la historia reciente de Hong Kong. Su persecución a manos del régimen totalitario refleja la implacable destrucción de la libertad en la ciudad, que una vez fue el símbolo del progreso y la prosperidad china.
Su juicio, iniciado el 18 de diciembre, sigue en curso, en un proceso que simboliza la lucha entre la opresión y la resistencia.