La reciente reinstalación de la estatua ecuestre de Francisco Pizarro en el Centro Histórico de Lima, con motivo del 490 aniversario de la fundación de la ciudad, es un justo reconocimiento a una de las figuras más relevantes de nuestra historia. La decisión del alcalde Rafael López Aliaga de devolver a esta figura su lugar en el entramado urbano de la capital reafirma la importancia de honrar nuestra herencia histórica y cultural.
Francisco Pizarro, fundador de Lima en 1535, desempeñó un papel fundamental en la conformación del Perú tal como lo conocemos hoy. Lima, nacida como Ciudad de los Reyes bajo su liderazgo, se convirtió en el epicentro del Virreinato del Perú y, posteriormente, en la capital de una república independiente.
El rol de Pizarro en el mestizaje cultural y en la fundación de instituciones que dieron forma al Perú moderno es incuestionable. Como bien destacó el intelectual peruano Víctor Andrés Belaunde, el mestizaje en el Perú no fue un simple encuentro entre dos culturas, sino un proceso profundo que dio lugar a una nueva síntesis cultural y espiritual. Pizarro, como fundador de Lima, se situó en el epicentro de este proceso, estableciendo una base sobre la cual se construiría una sociedad caracterizada por su diversidad y riqueza.
En este rol de fundador de una nueva cultura, también es importante destacar que Pizarro no solo fue un conquistador, ni mucho menos una figura maligna como se le asigna, por ejemplo, en Fidelio de Beethoven o en la historiografía marxista. Pizarro se casó con Quispe Sisa, hermana de Huáscar y Atahualpa, lo que simboliza la primera unión de dos mundos distintos y el inicio del Perú. Esta unión no sólo fue significativa en términos políticos, sino también como un ejemplo temprano de cómo las culturas incaica y española comenzaron a entrelazarse, dando lugar a una nueva realidad cultural.
Este acto de reconocimiento de la Municipalidad Metropolitana de Lima busca promover la educación y la reflexión sobre el impacto positivo de su legado. Reconocer la importancia del mestizaje también nos invita a valorar la manera en que las distintas tradiciones y culturas han contribuido a forjar un país bello, resiliente, pleno de matices, aunque personajes con ideologías trasnochadas siempre quieran criticar y vejar la figura del fundador de Lima.
La decisión del alcalde López Aliaga subraya la importancia de reconciliarnos con nuestro pasado y de reivindicar a los grandes personajes de nuestra historia. No está demás decir que, desde este espacio, hicimos la petición de la reinstalación de la estatua desde hace tiempo, y no sólo desde este espacio editorial, sino que columnistas como Joaquín de los Ríos, entre otros, pidieron este regreso casi dos años atrás.
En un momento en que el Perú enfrenta retos políticos y económicos, recordar a Francisco Pizarro como una figura de unión, nos ayuda a fortalecer nuestra identidad y a valorar el papel de nuestra ciudad en la historia. Que esta estatua sea no solo un homenaje, sino un recordatorio de los orígenes y de la importancia de entender y apreciar nuestro pasado. Francisco Pizarro fue, es y seguirá siendo una figura clave para comprender el legado de nuestra nación.