OpiniónDomingo, 23 de marzo de 2025
César Acuña: Mercenario Político, por Daniel Ribera
Daniel Ribera Canseco
Psicólogo Organizacional

En los últimos años, se ha normalizado la tirria de la población hacia el grueso de los personajes políticos y los movimientos que los impulsan. Si escudriñamos los motivos principales por los que el electorado rechaza a sus representantes, encontramos múltiples explicaciones; sin embargo, emerge una razón fundamental, y esta gira en torno a los pactos que realizan y que menoscaban una transparente gestión, olvidando – de igual forma – las consignas principales que demanda la población.

Dentro de la extensa lista que existe, el nombre de César Acuña predomina por su infeliz accionar en los cargos públicos que asumió o en los que su partido logró influencia mayor. Cabe señalar que Acuña Peralta inicia su participación política de forma improvisada. Es decir, ¿quién podría asumir que quien se ufana de poseer millones, y cuyo resultado fue el slogan ‘’plata como cancha’’, izaría el estandarte de la izquierda socialista en sus inicios como candidato?

Por si fuera poco, una vez en el congreso de la república, abandonó al movimiento con el que fue elegido parlamentario: Solidaridad Nacional. Posterior a ello, integró la plancha de Unidad Nacional, desertando – una vez más – para volverse independiente. Evidentemente, develamos – con lo anteriormente expuesto - que César Acuña nunca buscó militar en un partido político ni entender conceptos fundamentales como ‘’ideología’’ y ‘’doctrina’’. De manera que, el hecho de crear un movimiento electorero en el que las decisiones pasen por sí mismo, resultaba ser la estrategia idónea para cumplir su objetivo: mantenerse en el poder.

Es así que funda Alianza para el Progreso, cuya primera victoria se ve reflejada en Trujillo en el año 2006, luego de una infame y sistemática campaña de desprestigio al Partido Aprista Peruano. Allí inicia, sin duda alguna, la debacle en la zona norte del país; pues, a través de mecanismos irregulares, como la malversación de fondos públicos para la compra de dádivas y su posterior entrega a cambio de votos, pudo reelegirse en más de una ocasión. Han pasado cerca de veinte años y la inseguridad se desborda en la ciudad de la eterna primavera.

Su desempeño en el Congreso no ha sido menos calamitoso pues, a pesar que no ocupa un curul, en la actualidad, sigue dirigiendo – rígidamente - los caminos de Alianza para el Progreso. Él es quien ordena a sus congresistas, atacar o defender, según su conveniencia. Esto último lo hemos visto reflejado, por ejemplo, en la votación para efectuar la censura del oscuro ministro Santiváñez, en la que su bancada se abstuvo de votar a favor.

En suma, nos encontramos ante un individuo que ha utilizado la política para superponer sus intereses personales sobre los de la nación. Recordemos que César Acuña ha forjado alianzas con los últimos nefastos presidentes del país: Martín Vizcarra, Pedro Castillo y, en la actualidad, Dina Boluarte. Por lo tanto, si un adjetivo lo describe – en su totalidad – es el de ‘’mercenario’’: un mercenario político que ha ocasionado un daño gigantesco en la representación nacional.

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