OpiniónDomingo, 6 de abril de 2025
La imposición del lenguaje inclusivo, por Alfredo Gildemeister

Personalmente, nunca me gustaron las clases de gramática castellana. Recuerdo que, durante mi vida escolar en la secundaria, mi querido profesor Juan Márquez nos enseñaba de manera muy concienzuda la gramática española, el correcto uso de los verbos, el predicado, el adjetivo, el sustantivo, los artículos y especialmente el de los géneros: masculino y femenino. Tenía que realizar muchos ejercicios y composiciones a fin de dominar la gramática, el vocabulario y, la sintaxis. Sin embargo, la gramática me aburría soberanamente y en muchos casos ni la entendía. Lo que sí me quedó en la cabeza es que el género es una categoría gramatical. De otro lado, en las clases de biología y de anatomía en el colegio, siempre me enseñaron que en el ser humano existen solo dos sexos: masculino y femenino; y en los animales: macho y hembra. De allí que el “sexo” tiene un sustento biológico y científico mientras que el “género” constituye una categoría gramatical aplicable a un idioma determinado.

Hace un año y medio aproximadamente, también desde esta misma trinchera, realicé una fuerte crítica a esta moda huachafa y aberrante de tratar de imponernos a como de lugar, el aberrante “lenguaje inclusivo”. Señalé claramente que el sexo es una cosa y la gramática otra. Sin embargo, vivimos hoy una corriente a nivel mundial de querer “sexualizarlo” todo. Hoy la humanidad como que tiene una obsesión por la sexualidad. Cualquier acción, declaración o pensamiento del ser humano, se le busca un contenido o significado sexual. Se nos bombardea a diario en los medios, colegios, universidades e instituciones públicas y privadas, con lo sexual, la sexualidad y la “lucha” de géneros, tratándose a los seres humanos casi como si fuésemos una especie de maniáticos sexuales que vivimos cada minuto pensando en el sexo, viviendo y trabajando para el sexo, como si el sexo fuera la meta, explicación, razón de ser u objetivo final de todo en la vida. Todo ello ha generado una especie de confrontación que vemos a diario entre el género masculino y femenino, olvidándose que ambos sexos son muy diferentes. El hombre y la mujer no son iguales. Somos muy diferentes física y psicológicamente, y por ello más bien, nos complementamos.

En los últimos años, hemos sido testigos de cómo el Estado peruano ha estado sistemáticamente intentando imponernos el denominado “enfoque de género” en el Currículo Nacional de Educación Básica y tratando de imponer la “ideología de género” en el sistema educativo peruano, como política de Estado y el aberrante “lenguaje inclusivo”. Obviamente que ello vulnera el derecho constitucional de los padres de familia a educar a sus hijos como mejor les parezca, vulnerando de paso su derecho a ejercer la patria potestad sobre sus hijos. Al igual que en las dictaduras totalitarias, el Estado quiere reemplazar a los padres de familia, siendo éstos los primeros educadores de sus hijos por derecho natural, y no el Estado.

En esta lucha de los padres de familia contra el Estado y su pretensión de imponernos el aberrante lenguaje inclusivo y la ideología de género, en abril de 2024 el Congreso de la República promulgó la Ley N.º 32003, norma que modificó la Ley 28983, Ley de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, a fin de precisar el uso del lenguaje inclusivo en todas las instancias y niveles de gobierno. La referida norma modificó el artículo 4 numeral 3, de la Ley 28983, referente al rol del Estado, de la siguiente manera: “Es el rol del Estado, para los efectos de la presente ley: 3. Incorporar y promover el uso de lenguaje inclusivo en todas las comunicaciones escritas y documentos que se elaboren en todas las instancias y niveles de gobierno. El uso de lenguaje inclusivo no implica el desdoblamiento del lenguaje para referirse a mujeres y hombres. Se entiende como desdoblamiento del lenguaje la mención por separado del género masculino y del género femenino en el mensaje cuando exista un término genérico que ya incluya a ambos”. Con esta modificación se eliminaba el desdoblamiento innecesario del lenguaje para referirse a mujeres y hombres en textos escolares y documentos públicos. El objetivo señalado era que la modificación permitiría que estudiantes y funcionarios públicos se expresen adecuadamente según las pautas de la Real Academia de la Lengua Española, contando con el respaldo de la Academia Peruana de la Lengua y el Ministerio de Educación.

El pasado miércoles 2 de abril, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, promulgó y publicó en el Diario Oficial El Peruano, la Resolución Ministerial No. 125-2025-MIMP, mediante el cual aprueba la denominada “Guía para el uso del lenguaje inclusivo. Si no me nombras, no existo. Promoviendo el uso del lenguaje inclusivo en las entidades públicas”. Vale la pena revisar la referida “Guía”, publicada en la página web del Ministerio de la Mujer, y analizar su, por decir lo menor, curioso contenido sutil entre líneas. Así, por ejemplo, denomina “sexismo social” a los “mensajes que, debido a su contenido, y no tanto a la forma, subordinan u ocultan a un género, principalmente al femenino. Es decir, el sentido del mensaje comunica la subordinación y el ocultamiento de un género por el otro, o refuerza estereotipos”. Y señalan como ejemplos, el mencionar: “marido y mujer”, “los trabajadores y sus esposas” o “la historia del hombre”, indicando en estos ejemplos, se trata de “mensajes que debido a su contenido, y no tanto a la forma, subordinan u ocultan a un género, principalmente al femenino. Es decir, el sentido del mensaje comunica la subordinación y el ocultamiento de un género por el otro, o refuerza estereotipos”. De otro lado, denominan “sexismo lingüístico” a “los mensajes que debido a la forma como fueron presentados, y no tanto a su contenido, subordinan, ocultan e invisibilizan a un género, principalmente al femenino. Es decir, se refiere al modo como fueron construidas y elegidas las palabras y oraciones”. Ejemplos de ello serían: “Sr. Josué Morán y Sra.”, los profesores del plantel”, “La abogado”, indicando que “en estos ejemplos el sexismo lingüístico se manifiesta no por el contenido de lo que se ha redactado, sino por la forma en que se oculta o invisibiliza la presencia de la esposa, profesora y abogada a quienes se hace referencia”.

Para evitar estas modalidades de “sexismo”, la “Guía” propone que las expresiones mencionadas arriba como ejemplos, “necesitan ser reconsideradas para colocar atención sobre el sexismo que hay detrás de ellas. De esa manera, las alternativas de lenguaje inclusivo serían las siguientes: - Esposa y esposo / Cónyuges - Las y los trabajadores y sus cónyuges - La historia humana / La historia del ser humano / La historia de la humanidad”. Si se dan cuenta, ¡Nada ha cambiado! Se mantienen las aberraciones, esto es, el desdoblamiento del lenguaje para referirse a mujeres y hombres. Lo mejor del caso es que la “Guía” define al “lenguaje inclusivo” como “el conjunto de propuestas de uso de la lengua castellana que busca personalizar la presencia de mujeres y hombres al escribir, hablar y representar, promoviendo que ‘las y los’ hablantes abandonen o no incurran en el sexismo lingüístico y en el sexismo social presente en el lenguaje”.

En conclusión, la “Guía” aprobada por una mera resolución ministerial, viola descaradamente la ley, al hacer caso omiso de lo ordenado por la Ley 32003, esto es, el desdoblamiento del lenguaje para referirse a mujeres y hombres, y a la modificación del artículo 4 numeral 3 ya citado. El gobierno de Boluarte continúa promoviendo el aberrante lenguaje inclusivo, un “lenguaje” que destruye la gramática castellana y el idioma español, subordinándola a una ideología de género, nefasta y sin sentido alguno, promoviéndola no solo en las entidades públicas, sino -y es lo más grave- en la educación pública, dañando tremendamente la educación de nuestros niños. ¿Hasta cuándo el gobierno va a insistir en imponernos su ideología de género y el aberrante lenguaje inclusivo? ¡Ya basta! Que no pretenda el gobierno tomarnos el pelo e imponernos una “Guía” que no es otra cosa que un documento aberrante que nos impone el también aberrante lenguaje inclusivo. ¡Basta ya de tanta huachafería e ignorancia!

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