OpiniónViernes, 16 de mayo de 2025
Espíritu cainita del gobierno, por José Luis Gil
José Luis Gil
Analista político y ex GEIN

Indudablemente casi todas las acciones del gobierno de la presidente Dina Boluarte tienen una fuerte tendencia de mediocridad, ingratitud e ignorancia, que comparte con entusiasmo con sus “asesores” quienes tienen una “ceguera” impresionante cuando se trata de plantear estrategias para beneficio del país. En el plano económico, si no fuera por el verdadero capitán del barco, el presidente del BCR, Julio Velarde, quien ha sostenido férreamente el timón económico del país, iríamos directamente al abismo de manera paralela con la criminalidad transnacional. Felizmente, don Julio ha sabido imponerse y no lo conmueve el poder, pero es capaz de irse si se atrevieran a tratar de “alinearlo” o “ajustarlo”.

Esa tendencia perniciosa hacia el “medio pelo” como aliarse con el impresentable César Acuña y otros, es alimentada cunado “castiga” a los pocos elementos de excelencia que, por “casualidad” y hasta a regañadientes, eligió como parte de su entorno para gobernar (premier, ministros o altos funcionarios), a quienes por razones siempre menores o de poca monta termina por “traicionarlos” o “perseguirlos” por puro prejuicio (alimentado por sus “felpudinis” palaciegos) que envenenan esa pobre alma que cree que todos le quieren hacer daño. Su entorno quiere eso, pero no se da cuenta. Muy tarde.

El primero de la lista que salió chamuscado en menos de un mes de gestión fue el reconocido analista de temas de seguridad Juan Carlos Liendo O’Connor, con quien, pese a mis profundas discrepancias técnicas con este, no podemos dejar de reconocer su valía, experiencia y conocimientos en materia de seguridad exterior básicamente, y quien fue designado como Director de la DINI, el máximo Organismo de Inteligencia del país. A los pocos días de asumir el cargo, la señora simplemente lo defenestró de los predios de chorrillos sin mayores explicaciones, consumándose un tremendo maltrato para este funcionario.

Otra de las víctimas de las furias palaciegas de doña Dina, fue prescindir abruptamente del excelente representante que teníamos en el plano internacional, el Canciller Javier Gonzales Olaechea, a quien recordamos por su memorable defensa de los fueros nacionales en sesiones caviarizadas de la OEA. En la lista sigue el general PNP Roger Arista Perea (quien relevó a Juan Carlos Liendo O’Connor en la DINI) que duró casi un año con un verdadero asesoramiento en materia de inteligencia. La experiencia, seriedad e integridad de este oficial parece que no sirvieron de nada, porque cuando su “maquinaria” de asesores “presintió” una fantasía de “traición”, le “pasaron el tractor” y lo hicieron caer en “desgracia”, logrando finalmente que lo saquen a la mala de la DINI. Con Arista, fuera de desconocidos entretelones entre Alberto Otárola y la presiente, salieron ambos expectorados a la mala, con amenazas de juicios y casi convirtiéndose en “perseguidos políticos” de la administración Boluarte (incluido su hermano Nicanor). Lamentablemente, Arista falleció ayer, pero vaticinó que muchos se irían presos cuando acabe el mandato de la señora Boluarte.

Por último, el grotesco cambio del Ministro de Economía, José Salardi, un excelente profesional que estaba poniendo “la casa en orden” en materia económica y gozaba de la confianza del empresariado nacional. Claro, entre los mercantilistas de izquierda, no era popular, y al parecer, entre otras historias nada santas que se han pretendido esgrimir, es que este les ponía el parche para no dejarse mangonear en el tema del dinero. Salardi fue remplazado por alguien que calza perfectamente en un gobierno mediocre, Raúl Pérez Reyes, conocido por su “alto nivel” de ineficiencia.

El único cambio que debemos agradecer al exministro Juan José Santivañez, es el cambio del ministro del Interior. El anterior MINNTER Julio Diaz estaba cuestionado tanto por su incapacidad para dirigir una cruzada de inteligencia para combatir el crimen, como por su relacionamiento pernicioso con la mayoría de sus colaboradores, quienes no podían soportarlo, según nos han contado. El nuevo ministro Carlos Malaver es un joven general en retiro, experto en lucha contra el crimen, mesurado, inteligente, estudioso y esperamos que sea capaz de lidiar con ese espíritu cainita de una presidente que ya viene signada con esas raras tendencias. Éxitos, señor Malaver, que Dios lo ayude, porque Dina, no creo. Sí se puede.

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