De un tiempo a esta parte, la sociedad moderna -si es que se la puede llamar moderna- se está viendo afectada por una cada vez más alarmante disminución de la natalidad, lo cual desde hace ya varios años viene afectando con mayor gravedad, el crecimiento económico y social de nuestro mundo actual: cada vez hay más viejos y menos jóvenes. Si bien hoy cada vez menos parejas desean contraer matrimonio por diversas razones -no quieren comprometerse, prefieren la convivencia con la gran “ventaja” de su rápido término al menor atisbo de aburrimiento, cansancio o hartazgo de la pareja, etc.-, a este temor por asumir responsabilidades o comodidad por el no compromiso, se le añade obviamente el no querer tener hijos. Un hijo como es lógico suponer implica una gran responsabilidad, pues es un ser humano que debes amar, educar, criar, cuidar, formar, etc. lo cual a su vez implica un compromiso y una responsabilidad a tiempo completo -sin vacaciones- y además de un significativo costo económico.
De allí que muchas parejas prefieran tener mascotas a concebir y criar un hijo. Recuerdo que hace unos años, cuando estaba haciendo mi doctorado en Derecho en la Universidad de Navarra, en Pamplona, España, viajamos mi esposa y yo a la ciudad de Ginebra (Suiza), invitados por un amigo peruano, diplomático de carrera, el cual amablemente nos alojó en su departamento. Era el mes de agosto y el calor era sofocante. Mi amigo nos prestó un par de bicicletas y salimos a pasear por la ciudad de Ginebra, pedaleando por los alrededores del inmenso y hermoso lago Lemán, con sus hermosos parques y malecones. Unas de las cosas que más nos llamó la atención era la gran cantidad de perritos que la gente sacaba a pasear a los parques y calles, y, en contraste, la gran ausencia de niños jugando en los parques. Definitivamente, los ginebrinos habían reemplazado a los niños por perros. Podría parecer una exageración, pero no era así. Esto mismo lo pude apreciar en diversas ciudades de Francia, Italia y en la misma España. Cada vez se veían menos niños en calles, plazas y parques, contrastando con el aumento de la tenencia de perros en las parejas o matrimonios inclusive.
De acuerdo con las estadísticas, entre el 2017 y el 2021, en España la tenencia de niños versus perros se ha disparado, superando la tenencia de perros a la de niños. Cabe mencionar que en el 2023 la tasa de mortalidad en España por primera vez en su historia superó a la tasa de nacimientos. Esto viene sucediendo en la mayoría de los países europeos con cada vez mayor amplitud. La gente prefiere tener mascotas a tener niños. Así de simple, duro y claro.
En el Perú mismo, la tasa de natalidad sigue descendiendo, mientras que la adopción de perros va aumentando. La natalidad ha bajado de 24% en el 2012 a 17.8% en el 2022 y ojo que 17.8% significa 17,38 nacimientos por cada mil habitantes. Al mismo tiempo, la adopción de perros (además de la adopción de gatos, vaya usted a pasear por el parque Kennedy en Miraflores y vea) se ha vuelto la opción más cómoda y popular para las parejas y matrimonios. Un perro no requiere tantos cuidados como un hijo pues no estudia ni va al colegio o a la universidad, no requiere una habitación, cama, escritorio, alimentación variada, ni hay que vestirlo ni educarlo como a un niño. Definitivamente es más cómodo. La adopción de perros está ganando terreno, ¡como alternativa a la maternidad y paternidad!
¿Cuáles serían los motivos del aumento en la adopción de perros -por mencionar la mascota más apreciada- en general? De acuerdo con las últimas investigaciones, podemos mencionar que, en primer lugar, las personas buscan compañía emocional. Efectivamente, las personas buscan encontrar en sus mascotas la compañía y el afecto que curiosamente no encuentran en las personas más cercanas a ellas, más aún en la era digital en donde la adicción a los teléfonos inteligentes causa un serio aumento de la soledad y el aislamiento en las personas. La convivencia con un animal doméstico como perros, gatos, canarios, iguanas, peces, etc. -conozco un amigo que conversa largamente con su lora Petronila- alivia los sentimientos de tristeza, soledad y falta de cariño, e inclusive ayuda a reducir el estrés. Es interesante mencionar que, durante la pandemia, las adopciones especialmente de perros y gatos aumentaron en un 300%.
En segundo lugar, en el Perú se está dando un cambio de percepción de las mascotas, esto es, que una mascota hoy está pasando de ser considerado un animal de compañía a ser un miembro importante de la familia. De allí que se le trate casi como a un hijo: se le celebra su cumpleaños ya sea en el hogar o en el parque más cercano al departamento con mesa, torta, sombreritos, globos, serpentinas y bocaditos, además de los invitados perrunos correspondientes del barrio; se le compra ropa, juguetes, cama o en todo caso si llora puede dormir con los amos cuasi padres; se le compran zapatitos, disfraz para celebrar Halloween, alimentos gourmet, etc. Hoy en Lima las tiendas y productos (hay toda una gran industria detrás) para perros y -por qué no decirlo- los grandes almacenes, hoteles, psicólogos, entrenadores para perros, etc. van en aumento de manera increíble. El 88% de hogares con mascotas eligen tener un perro como mascota, el cual es tratado casi igual a un hijo. Además de perros, cabe mencionar que conozco personas que tienen como mascotas serpientes, tarántulas, dragones australianos, halcones de cetrería, papagayos, oso perezoso y hasta caballos, tratados como mascotas. Es verdad que depende de la región de la que hablemos. En muchas comunidades de la sierra o del Ande, un cuy, una alpaca o un carnero son considerados como mascotas; o conozco familias en la región selvática que tienen papagayos, tucanes, monos y hasta un pequeño caimán como mascota.
En tercer lugar, es interesante anotar que la disminución de la natalidad y el aumento de adopción o compra de mascotas se encuentran interrelacionadas. Ello refleja, aunque parezca una exageración decirlo, una transformación en las estructuras familiares y las prioridades en nuestra sociedad peruana. Muchas personas prefieren un perrito como fuente de afecto y compañía que una persona o familiar o amigo inclusive.
En resumen, podemos apreciar cómo la sociedad moderna, ante la soledad y falta de afecto que viene viviendo, ante la frialdad y adicción que genera un IPhone, comienza a optar por la crianza y cuidado de una mascota, como el caso de un perrito, a la concepción y crianza de un hijo. Obviamente no cabe la comparación, pues no podemos comparar el amor y conexión afectiva y biológica con un hijo -todo un ser humano con alma- que con una mascota. ¿Niños o mascotas? Me quedo con los niños. No cabe comparación posible. Un padre y una madre lo saben. Termino recordando que, si bien hemos oído o leído que “el perro es el mejor amigo del hombre”, Mafalda cuestiona un poco esto cuando lee en un libro: “Mientras más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”. Y luego comenta, “pero… ¡Falta la opinión del perro!”.