OpiniónDomingo, 22 de junio de 2025
Lima se acordó de los terremotos, por Alfredo Gildemeister

El sismo ocurrido el pasado domingo 15 de junio, que alcanzó el grado de 6.1 en la escala de Richter, milagrosamente ha hecho recordar a los limeños y en especial a las autoridades tanto municipales como del gobierno central, que la ciudad de Lima se encuentra asentada en una zona altamente sísmica. Una “zona sísmica” o “zona de riesgo sísmico” es un área geográfica con alta probabilidad de experimentar terremotos, debido a su ubicación en zonas de contacto o fricción de placas tectónicas. El Perú, al estar ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, es zona sísmica pues convergen la placa de Nazca la cual se introduce debajo de la placa Sudamericana que es continental. Debido al reciente sismo, decenas de viviendas y edificaciones en diversas zonas de Lima han sufrido daños, rajaduras y hasta caída de paredes y cornisas. Así, por ejemplo, el alcalde del distrito del Rímac, Néstor de la Rosa, informó que existen más de 4,700 viviendas en ese distrito en condición inhabitable. De otro lado, se ha calculado actualmente existen 1,678 inmuebles del centro histórico de Lima en estado ruinoso. Efectivamente, el estado crítico de decenas de casonas e inmuebles virreinales -no decimos coloniales porque el Perú fue un virreinato y no una colonia- se encuentran en situación crítica, prácticamente a punto de colapsar. Algunos inmuebles inclusive son del siglo XVIII y muchísimos tienen más de cien años. Balcones inclinados -por no decir colgando literalmente de la fachada- ventanas descuadradas y muros de quincha y adobe totalmente resquebrajados, con profundas rajaduras y amplias grietas en las fachadas demuestran que, en general, existen más de 6.200 inmuebles en pésimo estado. El Ministerio de Vivienda ha señalado en una proyección ante la posibilidad de un sismo de 8 grados, que mas de 350 mil inmuebles colapsarían o sufrirían serios daños, existiendo en Lima un 85% de viviendas en estado “vulnerables”.

Ese mismo domingo 15 de junio, después del sismo, fui al departamento de mi madre ubicado en un tercer piso de un edificio en Miraflores, para ver cómo estaba luego del sismo, pues ella vive en cama o en silla de ruedas, ya que no puede caminar por vejez de sus rodillas. Cuando le pregunté a mí madre de 93 años por el sismo, solo me miró y me dijo con toda calma: “Si, hubo temblor. Hacía tiempo que no sentía uno. Es bueno que lo haya, así la gente que nunca ha sentido un terremoto estará alerta y sabrá que, en cualquier momento, puede haber uno”. Y me contó cómo vivió ella su primer terremoto, el que azotó Lima en 1940. Dicho terremoto destruyó todas las grandes casonas que estaban ubicadas en el hoy malecón de Chorrillos, al pie del acantilado, las cuales tenían inclusive escaleras que bajaban a la playa de piedras. Todas las casas se derrumbaron y cayeron por el acantilado. Por ello se construyó el actual malecón de Chorrillos. Luego averigüé que ese terremoto alcanzó casi grado 8, dejando 179 muertos y 3,500 heridos. Ello me hizo recordar mi primer terremoto en octubre de 1966. Tenía 6 años y vivía en una casa con vistas al mar frente al malecón de Chorrillos. Durante el terremoto me la pasé mirando por la ventana de mi habitación que daba al mar y fui testigo como una gran porción del malecón colapsó de un momento a otro, derrumbándose por el acantilado, llevándose a su paso a las personas que paseaban por ahí en ese momento. Hoy el malecón está reconstruido y esa porción del malecón esta sostenido por pilotes de concretos anclados en el acantilado.

Volviendo al sismo del pasado domingo, todos hemos visto los videos de los derrumbes causados por el sismo en diversas zonas de los acantilados de la Costa Verde. Once geomallas quedaron seriamente afectadas. Y cabe recordar que la Lima de hoy no es la Lima de 1940 o de 1966. Lima ha crecido tremendamente. Ya en el terremoto de octubre de 1974, muchísimas casas de Chorrillos y Barranco, por solo mencionar dos distritos, colapsaron, y Lima era una ciudad más pequeña. Hoy la población se ha triplicado y la ciudad ha crecido desordenadamente tanto de manera vertical (grandes edificios) como horizontalmente. A ello debemos mencionar la existencia de cañerías y diversas instalaciones de gas natural tanto en viviendas como de manera subterránea a lo largo de calles y avenidas. Esto no lo teníamos cuando ocurrieron los últimos terremotos que asolaron Lima. Todo ello aumenta la peligrosidad y vulnerabilidad de una ciudad que ha crecido y sigue creciendo de una manera desordenada -por no decir caótica- y no por falta de normas y reglas que las hay, sino por la violación precisamente de dichas normas ya sea por corrupción de autoridades municipales como por la gran informalidad que impera en muchas zonas de la ciudad, lo cual ha generado las “autoconstrucciones”, esto es, edificaciones construidas informalmente, sin tomar en cuenta los reglamentos de construcción, tal como se puede apreciar en los conos y cerros que rodean Lima, por no mencionar algunos distritos.

En conclusión, el reciente sismo ha hecho recordar a los limeños, especialmente a las generaciones de jóvenes que nunca vivieron un sismo fuerte y a las propias autoridades tanto municipales como del gobierno central, que la ciudad de Lima se encuentra asentada en una zona altamente sísmica. Han recordado que terremotos los hemos tenido de toda la vida. Basta mencionar desde el terrible terremoto de 1746 (que incluyó un sunami que arrasó el Callao) y los últimos terremotos fuertes de 1966, 1970 y 1974. El sismo del 2007 fue fuerte en el sur (Ica, Pisco, Cañete, etc.) y en Lima fue suave. Hoy al fin las autoridades han despertado de su largo letargo de varias décadas en donde se han construido altos edificios por doquier, olvidando que Lima es una ciudad altamente sísmica. Baste recordar los edificios construidos en los acantilados de la Costa Verde en Barranco, Miraflores, Magdalena o San Miguel, o los edificios construidos en las denominadas Torres de Camacho e inclusive en la Molina. Hace unos días en Miraflores, luego de una repentina inspección, el municipio ha ordenado el cierre temporal de Larco Mar, por la existencia de ciertas deficiencias y deterioros en su infraestructura. Al parecer, las autoridades municipales se han “puesto las pilas” -creo que están un poco asustadas por lo que podría pasar con un terremoto grado 8- y están inspeccionando la gran cantidad de inmuebles y construcciones -inclusive edificios de más de quince pisos, ubicados peligrosamente muy cerca de los acantilados de la Costa Verde- pues ya sabemos lo que ocurrió en 1940, 1966 y 1974. Aún recuerdo como los muchachos montábamos bicicleta por los malecones de Miraflores, San Isidro y Barranco dando saltos muy divertidos en la bici, pues las pistas estaban en muchas zonas literalmente hundidas con bajadas y subidas, causadas por los terremotos y sismos pasados.Los peruanos no debemos perder nuestra “memoria sísmica”. Debemos estar prevenidos y preparados para un terremoto de grado 7.5 a 8. Lima se encuentra al borde de la Placa de Nazca al igual que Los Ángeles y San Francisco en los Estados Unidos -por mencionar un ejemplo- se encuentran al lado de la famosa Falla de San Andrés. Los sismos y terremotos son frecuentes. En Lima estamos igual. Definitivamente el sismo del domingo pasado ha hecho que Lima recuerde que vivimos en una zona sísmica y no lo podemos evitar. Por lo tanto, estemos preparados porque es un hecho que no podremos evitar: tarde o temprano… tendremos un fuerte terremoto.

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