El año 1975, el Perú vivía uno de los momentos más difíciles de la segunda mitad del siglo XX. El gobierno socialista del General de División don Juan Velasco Alvarado tras casi siete años en el poder veía fracasadas las medidas radicales que había adoptado luego de su irrupción en Palacio de gobierno la madrugada del 3 de otubre de 1968 para derrocar al legítimo gobernante, don Fernando Belaunde Terry. Reinaba el descontento. Desde el momento del golpe de estado se implementaron en el país políticas públicas derivadas de una mezcolanza ideológica entre el capitalismo de estado del General Gamal Nasser en Egipto, del socialismo autogestionario del Mariscal Tito en Yugoslavia, del modelo de industrialización por sustitución de importaciones de la CEPAL en Latinoamérica y de la Democracia Cristiana izquierdizante de Héctor Cornejo Chávez en el Perú, principalmente. Receta eficientísima para el desastre. Esa mañana la posición del comando de la Armada del Perú fue por no plegarse al golpe. Sin embargo, el líder de la revolución le hizo ver al Comandante General de la Marina, Vicealmirante Mario Castro de Mendoza, en medio de una fuerte discusión que tuvo lugar en Chorrillos, que los hechos estaban consumados y que siendo realista no tenía alternativas.En un gesto que siempre lo enaltecerá, Castro de Mendoza rechazó integrar la junta militar y paso voluntariamente al retiro, no sin antes vaticinarle a Velasco que su revolución terminaría en un estrepitoso fracaso. Lamentablemente para el país fue así.
Vicealmirante Mario Castro de Mendoza Comandante General de la Marina 1968
En este régimen se embarcaron muchos políticos, intelectuales, periodistas y activistas socialistas y comunistas, entre ellos el guerrillero Héctor Béjar -el penoso canciller del mequetrefe Castillo- quien luego de ser indultado por Velasco, tras haberse alzado en armas con su guerrilla guevarista contra el estado derecho en 1965, fue derrotado por el Ejército -con participación de la Guardia Republicana y la Fuerza Área en elcampo, y apoyo de inteligencia de la Marina de Guerra- y encarcelado. En el colmo de la inconsecuencia con estos hechos contrarios al país, el libro de Bejar “Las guerrillas de 1965: balance y perspectivas, fue publicado en la serie Biblioteca Peruana (1973) “gracias al apoyo moral y promocional del Gobierno Revolucionario” como señal su editorial. Junto con Béjar, Hugo Blanco y otros guerrilleros habían sido indultados por el ChinoVelasco. Más ignominioso aún, fue que el enemigo contra quien los superiores del General Velasco en el Ejercito, entre ellos el destacado General de División Julio Humberto Luna Ferrecio, Ministro de Guerra, habían dispuesto acciones militares, encontró espacio laboral en el propio gobierno velasquista en dependencias como el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS). Para ello no es de extrañar que se esgrimieran justificaciones “pragmáticas”, algo así como considerarlos “colaboradores eficaces” para lograr sus objetivos políticos con relación a la propiedad de la tierra.
Muchos de los peones de aquella época nefasta encontraron refugio años más tarde en organizaciones no gubernamentales y partidos de izquierda efímeros. Varios jerarcas y acólitos de la llamada primera fase del gobierno militar pocos años después se convertirán en los artífices de la persecución judicial que vienen padeciendo los subordinados del General Velasco, los mismos que al ocupar posiciones de conducción institucional en las décadas siguientes tuvieron que enfrentar a sl y al mrta. No me cabe la menor duda que aquellos miserables consideraron al grueso de la oficialidad militar de los años posteriores a la primera fase, traidores a la revolución socialista, salvo los leales al velasquismo, como el General de División Leónidas Rodríguez Figueroa fundador de Partido Socialista Revolucionario (PSR) que también fue integrado por el Contralmirante Jorge Dellepiane Ocampo nefasto Ministrode Industria y Comercio de la primerafase, el jurista Enrique Bernales -miembro de laCVR-y el guerrillero Héctor Béjar entre otros.
Las relaciones de la Marina esos siete años no fueron muy cordiales con el gobierno socialista, lo cual llegó a su punto más álgido cuando Velasco ordenó la toma de los diarios en 1974, situación que el Ministro y Comandante General de la Marina y miembro de Junta Militar, el Vicealmirante Luis Ernesto Vargas Caballeo, se opuso públicamente. Aquella memorable acción generó una grave crisis interna que se sumó a otras que iban debilitando significativamente al régimen lo que ya hacía vislumbrar su caída. La crisis se zanjó con el pase al retiro de Vargas Caballero -quien ocupaun sitialen la memoria institucional- y fue relevado por el Vicealmirante José Arce Larco -al momento de los sucesos agregado navalen EEUU- y con la purga de once prestigiosos oficiales almirantes, gestada por Arce, entre ellos elVicealmirante Alberto Indacochea Queirolo, abuelo materno de mi gran amigo y compañero de promoción Jorge Texeira Indacochea -que el Señor tenga en su gloria- quien ya en el retiro, continuó conspirando contra el régimen socialista.
El 25 de junio de 1975, estalló una rebelión al interior de la Marina que se empezó a gestar poco después del pase al retiro de Vargas Caballero. Un grupo de lideres navales en representación de un importante sector de la Marina, los entonces Contralmirantes Jorge Parodi Galliani y Edmundo Masías Scheelje, y el Capitán de Navío Raúl Sánchez Sotomayor, exigieron al gobierno el pase al retiro del Ministro y Comandante General de Marina y miembro de la Junta -que ya para ese entonces era prácticamente un eufemismo si es que en algún momento no lo fue- Vicealmirante Guillermo Faura Gaige el famoso Chinche Faura, entre otras razones porque había perdió liderazgo y ascendencia en la institución. En el fondo lo que rechazaba la mayor parte de la oficialidad naval era la obsecuencia y el afiebrado colaboracionismo de Faura al velasquismo y su despreciable introducción en la institución de lineamientos de orden político socialista en el servicio naval.
VicealmiranteLuis Ernesto VargasCaballero Ministrode Marina (1972-1971)
Este movimiento hizo un jaque de reina al gobierno revolucionario, pidiendo la cabeza de uno de sus más importantes colaboradores, el Almirante Faura quien desde ese momento se convirtió en una figura repudiada en la Marina, lo mismo que Arce. Las fuerzas navales, principalmente de la Escuadra se hicieron a la mar, dejando vacía la bahía del Callao. Previamente un grupo de oficiales prepuso al entonces Contralmirante José Carvajal Pareja, director de Abastecimiento de la Marina dejar su puesto administrativo en tierra para embarcarse como Comandante General de la Escuadra rebelde. Así se hizo. Carvajal -con unos meses de contralmirante y con 49 años- fue recibió a bordo del BAP Almirante Grau con los respectivos honores de ordenanza, por uno de los lideres de la rebelión, el entonces Capitán de Navío Víctor Nicolini Del Castillo, comandante del poderoso buque insignia. Nicolini, hombre de cárter e institucionalista -las dos principales características que debe reunir todo oficial almirante porque de carecer de ellas sólo representa un mero burócrata- años más tarde desempeñaría un papel muy destacado en la lucha contra el terrorismo como Comandante General de la Marina en 1986.
La Escuadra se adentró en el mar de Grau y pese a las reiteradas comunicaciones y amenazas de parte del Ministro de Marina y del Comandante General de la Escuadra en funciones, cuyos buques prácticamente habían zarpado en sus narices, la viril resolución de las dotaciones lideradas por Carvajal se mantuvo inalterable. ¡Si no se va Faura no desistiremos! He tenido la oportunidad de leer detenidamente los mensajes navales -comunicaciones oficiales breves como los antiguos telegramas- promovidos entre las dependencias bajo el control de Faura y su entorno, y la Escuadra rebelde. A Velasco, inquieto por tal situación, dado que ya había tenido que enfrentar la huelga sangrienta de la Policía en febrero ese de ese año, no le venía bien una rebelión en la Marina, a pesar de que aparentaba no darle mayor importancia al asunto. Sabia bien que el movimiento era contra él. Ya zorro de la política, al primer puesto de la promoción Huáscar (EMCH 1934) no le convenían para nada manifestaciones como esa. Al ver que Faura no lograba poner en orden a sus subordinas le exigió su renuncia. ¡Te vas! Sin más remedio el fiel velasquista abandonado por su jefe, y despreciado por sus colegas institucionales no le quedo otro camino más que irse a su casa derrotado, pasando a formar parte de una historia negra de la que no podrá salir jamás, lo mismo que Arce, Dellepiane, Jiménez de Lucio y otros. Realmente fue un hecho muy duropara la Marina a pesar del triunfó del bando institucionalista y políticamente conservador predominantes. Lo cierto es que aquellos sucesos tendrían severas repercusiones los años siguientes, puesto que sobrevivieron a la gesta del 25 de junio dos facciones enfrentadas al interior de la institución naval que tardarían algún tiempo en menguar.
Como resultado del movimiento naval contra el socialismo revolucionario, el régimen fue herido de muerte, lo que, entre otros efectos, tuvo la virtud de reivindicar la figura del Vicealmirante Luis Ernesto Vargas Caballero cuyo gesto y actitud quedo grabado en el sentir institucional hasta hoy. De ahí que no debe de extrañar que cuando el General de Davison Francsico Morales Bermúdez Ministro de Guerra y Comandante General del Ejercito le comunicó a Velasco la decisión de su relevo de la presidencia de la junta militar y de la República, nadie alzo la voz en su apoyo. No tenía ya más poder y así tuvo que irse tranquilamentea su casa como lo había hecho Faura.
El liderazgo a bordo le correspondió al más tarde de Ministro de Marina del segundero gobierno de Fernando Belaunde, Vicealmirante José Carvajal Pareja. Su presencia en el centro de operaciones de combate (COC) del Almirante embarcado en el buque insignia BAP Almirante Grau, le dio realce al movimiento naval, no solo por tratarse de un oficial almirante de prestigio reconocido, sino porque tal presencia adquirió un gran simbolismo al ser nieto de uno de los más grandes héroes navales de nuestra historia, el Vicealmirante Manuel Melitón Carvajal, e hijo del Capitán de Navío Julio Carvajal Fonseca. Durante su gestión como ministro en 1982, don José tomó la trascendental decisión de involucrar a la Marina de Guerra del Perú en la lucha contra el terrorismo, lo cual fue aprobado en Consejo de Ministros y refrendado por el presidente Belaunde.
Su hermano mayor, Melitón Carvajal Pareja, contralmirante, también fue un muy destacado oficial de marina e historiador naval, a quien tuve la suerte de conocer y tratar cuando fue presidente del Instituto de Estudios Histórico Marítimos del Perú años atrás. Los hijos y nietos del Almirante José Carvajal Pareja le han seguido las aguas, engrosando las tradiciones familiares institucionales que constituyen uno de los más firmes pilares sobre los que se sostiene la Marina de Guerra del Perú.
Por supuesto hubo quienes, por convicción, conveniencia, seudo apoliticismo y hasta cobardía, no se plegaron al movimiento que contribuyo a la caída de uno de los regímenes más nefastos de la historia del Perú que rivaliza con el de 1985-1990, que, como Atila, donde pisaba su caballo no crecía la hierba.
No es mi intensión en este articulo demonizar la figura del General Velasco quien pienso no tuvo radicales convicciones socialistas ni menos comunistas, más bien pienso que se inclinaba más hacia a la democracia cristiana en la línea de Héctor Cornejo Chávez. Fue querido por miles de peruanos que vieron en él la posibilidad de su reivindicación histórica, que era necesaria pero no con los métodos que utilizó, puesto que al final lo que acarreo fue más pobreza, más abandono y más división entre peruanos. Pero más allá de ello, a mi modesto entender Velasco actuó motivado por sentimientos nacionalista puesto que creía firmemente que en el Perú había que dar termino a ciertos problemas medulares a los que no se les había encontrado soluciones efectivas por generaciones, y aunque en eso no dejaba de tener cierta razón, escogió el peor modelo para resolverlos, apelando a la vía del socialismo. El remedio terminó siendo peor que la enfermedad y esa sí que fue su responsabilidad histórica de la cual su figura no podrá apartarse, porque ¡de buenas intenciones este empedrado el camino al infierno! Tengo la intuición de que tiempo después de dejar el poder, el General Velasco comprendió que el innecesario golpe de esto del 3 de octubrede 1968, maquinado por un reducido grupo de coroneles radicales del Ejercito, no abrió puertas a las soluciones más adecuadas, más aún tuvo que ser consciente de que su rival regional el General Augusto Pinochet, que encabezó un régimen dictatorial en Chile de signo opuesto al suyo, ya empezaba tener resultados positivos antes de su fallecimiento -en 1977- sobre el desastre del régimen socialista de sudefenestrado compañero de rutaSalvador Allende.
La figura del General Velasco en cuanto a su actuación política siempre tendrá sus defensores y sus detractores -entre los que me ubico- pero en justicia yo creo sinceramente que fue un patriota que lamentablemente se dejó llevar por sentimentalismos ideológicos, por el romanticismo revolucionario de la izquierda criolla y de ciertos complejos que nunca logró superar en la niñez, que lo hicieronrozar con un odio de clase que no se condecía con su posición social de clase media ni con sus bien ganados logros profesionales basados en la meritocracia, lo que roncamente el socialismo tanto repudia.El asalto al poder constitucional que tuvo lugar al 3 de octubre de 1968, tal vez haya estado inspirado en el llamado “golpe de estado de los Coroneles” en Grecia -aunque con un signo político opuesto- que trajo abajo a la monarquía constitucional helénica en 1967. La Marina de Guerra griega se mantuvo distante al régimen dictatorial de los coroneles y complotó contra este en 1973 un año antes de su caída. Coincidencias.
Habrá quienes sostengan que el movimiento de 1975 no representó necesariamente la voz de la Marina. No estoy de acuerdo. Cuando se viven periodos o situaciones complejas suelen surgir diferentes voces en el seno de las instituciones o del país, pero siempre habrá una que logre imponerse. Esas voces se reflejan en la Marina, en las acciones de lideres de carácter y de convicciones institucionalistas muy reconocidos por su prestigio como es elcaso de Miguel Grau, García y Garcíao Lizardo Monteroen el siglo XIX o como Carlos Rotalde, Roque Saldias o Castro de Mendoza en el siglo XX.
Esas voces se impusieron desde la primavera republicana en favor del tan intrépido y feroz como trágico Felipe Santiago Salaverry; o en favor del civilismo con el manifiesto de 1872 donde Grau hizo célebre su frase “no reconozco a otro caudillo que la Constitución”. O en el manifiesto institucionala través del Comandante General de laEscuadra, Capitán de Navío Alejandro Vices Ubilluz en 1931. O también en la defensa del régimen leguiista, tal vez por nostalgia con su vínculo histórico con el civilismo decimonónico.
La actitud tomada entre 1974 y 1975 por la Marina puede explicarse en el origen mismo de la profesión naval, y por el estrato social de donde previene la mayor parte de la oficialidad, lo que podría calificarse de mesocracia. La profesión naval tiene como uno de sus principales objetivos en términos operativos, proteger las líneas de comunicaciones marítimas para garantizar la libre y segura movilidad de tráfico marítimo que suele estar asociado al comercio, más aún en una nación que posee intereses marítimos claramente definidos, en contraposición a regímenes autárquicos, de economía dirigida o socialistas.
Por otra parte, el régimen velasquista estuvo en oposición a la tradición conservadora enraizada en el Ejercito puesta de manifiesto en los gobiernos de Cáceres, Sánchez Cerro, Benavides, Odría y de la Junta Miliar de Gobierno de 1962 que presido primero Pérez Godoy y después Lindley.
Es importante señalar, que durante el siglo XX el sentir institucionalista de la Marina de Guerra del Perú hubo de enfrentarse al socialismo y al comunismo cuando estos significaron una amenaza para el servicio naval o cuando pretendieron destruir la esencia occidental y cristiana de la sociedad peruana, parafraseando al Vicealmirante don Luis Ernesto Vargas Caballero. En efecto, en 1932 y en 1948 sublevaciones aprista infiltradas a bordo soliviantaron a oficiales y tripulantes para que se sublevaran contra sus superiores. Entre las acciones subversivas más repudiables figura el asesinato del Capitán de Corbeta Juan Revoredo Balbuena (Prom ESNA 1936) jefe de servicio del BAP Bolognesi la noche del 3 de octubre de 1948, cuando este valiente jefe naval se negó a rendirse ante los traidores que lo amenazaban con fusiles. Lo mataron cuando intentó desarmarlos. Entre 1974 y 1975, contra el socialismo de guayabera y durante la lucha contra el terrorismo y Pacificación Nacional entre 1980 y el 2000 contra el comunismo terrorista.
A cincuenta años de la gesta del 25 de junio de 1975,dedico estas líneas a la memoria de los vicealmirantes Castro de Mendoza, Vargas Caballero y Carvajal y a la de los patriotas y valerosos marinos de guerra de todas las jerarquías que participaron directa e indirectamente en el movimiento naval contra el socialismo revolucionario que estaba arruinado al país -desafortunadamente su impactos negativos sobrevivieron mucho tiempo después de la caídadel líder de la revolución -entre 1974 y 1975, quienes, como reza el himno de la Marina de Guerra del Perú, supieron ser sublimes, así como el Capitán de Navío Juan Noel.
Todos ellos son un ejemplo para las generaciones de marinos de hoy, y para los ciudadanos que rechazan vivir con sus libertades limitadas y con imposiciones ideológicas opuestas al mejor desarrollo del país, probadamente inútiles, que no puede volver a repetirse en el Perú como sucedió entre 1968 y 1990.
La Marina de Guerra sigue siendo un ejemplo en la defensa del estado de derecho y en la búsqueda de la prosperidad de nuestro amado Perú, y tiene el deber moral de seguir haciéndolo por su tradición y trayectoria meritorias. En ese camino lo acompañan el Ejército y la Fuerza Aérea y aquellas otras instituciones públicas y privadas que destacan por su patriotismo y por su respeto al orden legalmente constituido y a la vigencia de nuestra Constitución Política.