Figura notabilísima de los albores de la República fue el arequipeño don Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz conocido en su tierra natal como el Sabio Rivero y considerado el primer científico peruano del período republicano auroral, así como padre de la química, de la arqueología, de la geografía, de la mineralogía en el Perú. Ingeniero de minas, naturalista, historiador, anticuario, agricultor, geólogo, prefecto (de Junín y de Moquegua), diputado y diplomático, fundador del primer Museo Nacional de Historia Natural, y autor, entre otras obras, de la monumental “Antigüedades peruanas” primer tratado sobre el Perú precolombino.
Don Mariano Eduardo Rivero y Ustariz (1798—1857)
Había nacido en la Ciudad Blanca en la casona colonial de su familia -hoy sede del diario El Pueblo de Arequipa- en las postrimerías del Siglo de las luces un 12 de octubre de 1798 y en pleno auge de la primera Revolución Industrial (1780-1850). Fueron sus padres el Coronel Antonio de Rivero y Aranibar y María Brígida Ustariz y Zuñiga. Don Mariano Eduardo fue enviado a estudiar a Londres siendo aúnniño -tenía 12 años- luego de haber realizado sus primeros estudios en el seminario San Jerónimo de Arequipa, colegio de educación superior fundado en 1619. Señala la historiadora francesa Monique Alperrine-Bouyer que a pesar que el pariente que lo llevaba a Europa se enfermó y no pudo continuar el viaje, el niño decidió hacerlo solo. “Este empeño, a la vez que revela un carácter fuerte que no deja de sorprender en tan tierna edad, muestra también la importancia de la imagen que se tenía en el Perú de Europa como portadora de porvenir” (UNAS, 1999).
Ya en el Reino Unido ingresó, según su principal biógrafo, el químico Arturo Alcalde Mongrut, a la escuela católica de Dowling en Highgate cerca de la capital británica. Luego se trasladaría a Francia a hacer sus estudios superiores en la Escuela Politécnica ubicaba en aquel entonces en el Barrio Latino del centro de París, la misma que fue fundada en 1794 por el matemático Gaspard Monge. Por aquella época este politécnico se especializó en la enseñanza de las matemáticas y de las artes militares, régimen así establecido a principios del siglo XIX por el emperador Napoleón Bonaparte. Este hecho debió influir de manera significativa en el joven cadete Rivero, que siempre fue un hombre disciplinado y meticuloso en su quehacer profesional, indistintamente en los sectores públicos y privados donde laboró.
Dos años después, paso a la Escuela Nacional de Minas de Paris siendo el tercer extranjero y primer latinoamericano en ocupar vacante en ese afamado centro estudios que era uno de las más avanzados y prestigiosos de aquel tiempo -aún hoy vigente- en carreras de ingeniería. La École Nationale Supérieure des Mines de Paris fue fundada por el rey Luis XVI en 1783 para “impulsar el arte de descubrir y explotar las minas y para formar a los futuros directores de minas”. Ahí sus alumnos debían estudiar química, mineralogía y docimasia (análisis de minerales para determinar su contenido de metales) además de física, geometría subterránea, hidráulica, y “el modo de hacer las aberturas con más seguridad y economía, y de renovar el aire de las minas, para mantener la salud; También dará a conocer las máquinas necesarias para su funcionamiento, y la construcción de los hornos” (decreto real de establecimiento de la escuela).Los alumnos se graduaban de subingenieros de minas, y hacían prácticas en las minas de Francia. Años más tarde, su hermano menor Francisco de Rivero y Ustariz figura notable del Servicio Diplomático peruano de las primeras décadas republicanas, también pasaría por esas aulas, quien fue cónsul general y ministro plenipotenciario en Francia y Gran Bretaña entre 1842 y 1859, como señala el historiador naval Capitán de Fragata Jorge Ortiz Sotelo en un artículo titulado “La comunidad peruana en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX” (2019).
Por esas situaciones que son tan comunes en nuestro país, la extensísima obra -científica y académica- del Sabio Rivero en provecho del Perú y de América no es muy conocida y su nombre pareciera diluirse con el paso del tiempo. Nos hemos empañado en que no continué así, no lo merecen ni su esfuerzo titánico, ni su patriotismo señero.
Sin embargo, siempre es alentador encontrar a personas e instituciones que dan cabida y valoran el legado de personajes como al que dedicamos estas líneas. En efecto, recientemente asistí a la ceremonia de colocación del retratoal óleo del Sabio Rivero que donó mi familia hace muchos años al Museo de la Municipalidad Provincial de Arequipa, en la Casa de Artes de la Universidad Católica San Pablo de Arequipa, invitado por esa prestigiosa casa de estudios. Me correspondió, en nombre de mi padre, el mayor de los tataranietos de don Mariano Eduardo, quien no pudo viajar a Arequipa, dar el discurso correspondiente esa tarde. Mis primeras palabras fueron de agradecimiento al alcalde provincial de la ciudad, Víctor Hugo Rivera, por haber permitido que el óleo fuese trasladado al citado centro cultural ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad Blanca. De la misma manera transmití nuestro agradecimiento familiar al rector de la universidad, doctor Alonso Quintanilla Pérez-Wicht por haber sido el impulsor de este homenaje que contribuye al conocimiento -no sólo en Arequipa sino también en todo el Perú-en campos de la historia tan poco conocidos como lo son la ciencia, el humanismo, la educación, la cultura y el desarrollo del país y de quienes fueron sus insignes protagonistas.
Don Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz fue un personaje de talla mundial discípulo predilecto de Alexander von Humboldt, quienbrindó un aporte invalorable a la ciencia, a la historia y al servicio público de nuestra Patria, gracias a sus investigaciones y publicaciones que sintetizó poco antes de fallecer a los 59 años -en 1857- en la obra “Memorias científicas agrícolas e industriales” publicada en dos tomos en Bruselas. Rivero, personajemultifacético y sue generis -de ahí el apelativo de sabio- destacó también por su labor como prefecto, diputado y cónsul general en Europa, habiendo sido condecorado por las cortes de los reyes Leopoldo I de Bélgica y Federico VII de Dinamarca.
Como señalamos, fue autor de la obra “Antigüedades peruanas”, primer trato de arqueología publicado en 1841 en Lima, y que más tarde tuvo una segunda edición mejorada que se publicó en Viena en 1851 y que contó con la colaboración del naturalista y explorador suizo Juan Jacobo Tschudi. Al respecto, señala el reconocido arqueólogo Federico Kaufmann Doig en su obra “Manual del arqueólogo peruanista”, que “Antigüedades peruanas” de Rivero fue “el primer estudio dedicado exclusivamente a la investigación de pasado precolombino y queinstituye métodos y procedimientos de tipo científico”, la publicación de este libro continúa Kauffmann “consigue promover el interés –tanto dentro como fuera del país- por los restos monumentales dejados por los antiguos peruanos”.
Para hacer sus investigaciones multidisciplinarias en provecho de las cienciasy las industrias nacionales, Rivero recorrió entre 1828 y 1850, muchos paisajes peruanos, parafraseando la obra cumbre de José de la Riva Agüero. Prueba de ello es que una de las ciudadelas del complejo arqueológico de la cuidad de Chan-Chan -uno de los más grandes tesoros que posee nuestro país del pasado precolombino- se conoce como “Ciudadela Rivero”.
Desde muy niño escuche hablar con mucho orgullo del sabio Rivero de mi abuelo Carlos Llosa Paredes, Capitán de Navío de la Marina de Guerra del Perú, y también de mis tíos Julio y Magdalena sus hermanos menores. Recuerdo que en 1982 mi abuelo Carlos visitó París e intentó hallar la tumba de don Mariano Eduardo que falleció en la Ciudad Luz en 1857 como señalamos líneas arriba. Tras regresar me comentó, algo frustrado, que no había podido ubicar la tumba de su bisabuelo en el cementerio de Montmartre. Yo apenas contaba con 12 años por lo que no tenía aún real conciencia de la importancia del personaje. Treinta años después, en el 2012, ya impuesto de la vida y obra del Sabio -habiendo publicado dos artículos sobre él- me cupo el privilegio de encontrar el mausoleo donde yacen sus restos. En efecto, logré ubicarlo en Montmartre, luego de algunas peripecias para hacernos entender con las señoras del archivo del cementerio -no paso de oui en francés- que puedo calificar hasta de graciosas, logramos dar con el lugar que buscábamos. Me hallaba en compañía de mi esposa Jessica, quien muy pacientemente aguardó el tiempo que fue necesario para concluir la odisea. Juntos logramos el cometido. En la lápida de mármol puede leerse la siguiente inscripción manda grabar por su viuda:
“A LA MEMORIA DE DON MARIANO EDUARDO RIVERO Y USTARIZ
NACIDO EN AREQUIPA CÓNSUL GENERAL DEL PERÚ EN BÉLGICA
CABALLERO DE LAS ÓRDENES DE DANERROG Y LEOPOLDO
ANTIGUO DIRECTOR GENERAL DE MINERÍA Y DEL MUSEO DEL PERU
MIEMBRO CORRESPONSAL DE VARIAS SOCIEDADES CIENTÍFICAS DE EUROPA Y AMÉRICA SOCIO EXTRANJERO DE ANTIGÜEDADES DE COPENHAGUE DE LA IMPERIAL DE AGRICULTURA DE FRANCIA Y DEL INSTITUTO DE ÁFRICA
FALLECIÓ EN PARÍS EL 6 DE NOVIEMBRE DE 1857 A LA EDAD DE 60 AÑOS
SU VIUDA Y SUS CUATRO HIJOS”
Son muchos los que se han referido y elogiado las investigaciones del sabio arequipeño, entre ellos destacan los grandes historiadores Jorge Basadre, Raúl Porras Barrenechea, General Manuel de Mendiburo, Mateo Paz Soldán, José de la Riva Agüero y Osma, Sir Clements Markham, marino y explorador peruanofilo autor de la conocida obra “La Guerra entre el Perú y Chile”, entre otros.
Memorias Científicas, compendio de las investigaciones de don Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz publicado en Bruselas 1857.
En el texto titulado “Primer centenario del fallecimiento de don Mariano Eduardo de Rivero (1857-1957)” publicado por la Asociación de Químicos de la Universidad Mayor de San Marcos se recopilan varios artículos de personalidades y familiares del sabio, entre ellos su principal biógrafo y notable químico peruano Arturo Alcalde Mongrut, así como del naturalista Antonio Raimondi, y delcanciller del gobierno de Manuel Pardo y Lavalle, don José Antonio García y García hermano del héroe naval Aurelio García y García, entre otros.
Escribió Antonio Raimondi sobre Rivero en 1874 “los rasgos característicos del sabio Rivero son modestia, actividad y vivo entusiasmo por nuestro progreso físico e intelectual. Como hombre científico, fue más conocido y apreciado en Europa que en su mismo país. ¡Extraño fenómeno! mientras en todos los pueblos reina un exagerado espíritu de nacionalismo que juzga a sus hombres superiores a todos los de las demás naciones, en el Perú, al contrario, no se tiene fe en sus compatriotas, se desconoce su mérito, no se aprecian sus trabajos y pasan apercibidos”.
Que mejor, para tener noticias de la personalidad de Rivero, que las palabras de su hija Francisca Guillermina que caso con el Coronel Francisco Llosa y Abril, nuestro tatarabuelo, única de sus cuatro hijos que tuvo descendencia, cuyos hermanos fueron María Candelaria, Eduardo y Máximo fruto del matrimonio en Arequipa un 18 de febrero de 1840 con doña Águeda Escolástica Pacheco de Salas y Salazar.
Dice de su padre doña Francisca Guillermina Rivero y Pacheco lo siguiente; “hizo sus primeros estudios en Londres a cargo en un pariente, Domingo de Tristán, donde asombró por su inteligencia y aptitudes. En 1824 regresó a su Patria donde fue llevado por el libertador Bolívar de quien fue muy estimado.”
Añade mi tatarabuela Francisca Guillermina que: “como ciudadano fue acabado, y como patriota honrado, abnegado y caballeroso. Su vida fue ejemplo constante de todas las virtudes. Como padre de familia afectuosísimo y especialmente interesado en la educación de sus hijos que tuvo el dolorosísimo pesar de dejar niños. Como amigo constante, afable, amable con distinción y fino y gracioso en su conversación. Como político sin falsía y muy apreciado en las cortes europeas particularmente en la corte de su majestad Leopoldo de Bélgica”.
El historiador Juvenal Luque de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2009 en un artículo titulado “Fundación de la Escuela de Minas del Perú, 1876”, refiere como antecedentes“el esfuerzo del naturalista arequipeño Mariano Eduardo de Rivero que en los comienzos de la vida independiente culmina con la creación de la Escuela de Minería de Huánuco (….)Por decreto de 20 de febrero de 1828 se crea en la ciudad de Huánuco el Colegio de Instrucción Científica, que Mariano Eduardo de Rivero lo transforma posteriormente en Escuela Central de Minería de fugaz e intrascendente vida como escuela. El Director Rivero y Ustariz a pesar de esto realiza una labor excepcionalmente valiosa, que se extiende por las principales zonas mineras del país, y se prolonga por largos años, con un breve paréntesis de permanencia en Chile entre los años 1835 y 1839. A su versación como investigador, reunió una notable capacidad ejecutiva y sentido realista, que se tradujo en disposiciones prácticas que dictó para restablecer la producción argentífera. Estudió las minas del departamento de Puno, Huancavelica, y durante su gestión como Prefecto de Junín, hace la propio en Pasco y Huánuco (……). Durante mediados del siglo XIX era evidente la falta de una escuela técnica de minería que asumiera el papel dirigente en este ramo, para potenciar la cada vez más redescubierta riqueza minera del Perú. El primer esfuerzo conducente al logro de este fin, se debe a la labor pionera del sabio arequipeño Mariano Eduardo de Rivero (….) transformó el «Colegio de instrucción Científica» de Huánuco en escuela Central de Minería (1828)”.
El Libertador don Simón Bolívar fue su protector. Durante años mi familia conservó un óleo original de Bolívar que el propio Libertador obsequió al Sabio como muestra de aprecio y reconcomiendo. A recomendación de Alexander von Humboldt maestro de Rivero, el Libertador lo contrató en Paris en mayo de 1822 a través del embajador neogranadino en el Reino Unido, el científico y diplomático Francisco Antonio Zea. Humboldt había conocido a Bolívar en Paris en 1804, ya que el célebre naturalista alemán vivió muchos años en la Ciudad Luz, donde también conoció a Rivero hacia 1815, probablemente al ser su alumno en la Escuela Politécnica o luego en la Escuela de Minas o al poner a consideración del descubridor de la corriente peruana que lleva su nombre, sus primeros trabajos de investigación en las minas francesas. Fue Humboldt quien le aconsejo a Rivero continuar sus estudios de minas en Alemania.
Tanto en Colombia como en Venezuela, el primer ingeniero de minas peruano de nuestra historia republicana, hizo importantes investigaciones para el gobierno de la entonces Gran Colombia. En Bogotá fundó y dirigió la primera escuela de minas. Años más tarde, en una carta de Bolívar dirigida al presidente del Perú, Mariscal José de la Mar y fechada en 1828, el Libertador le recomienda al entonces joven científico y humanista de 29 años, con las siguientes palabras:
"Mi querido general: tengo el honor de recomendar a Ud. al señor Rivero, honor de su patria y del Perú. Su corazón es tan hermoso como su genio, sabe tanto como ama lo bueno y lo bello. Nada le queda que desear sino trabajo útil a la Patria. El fin de su viaje es laudable y puede ser provechoso a v .s. véalo con el cariño y respeto que yo le profeso a Ud. - su mejor amigo – Bolívar”.
En carta anterior fechada el 21 de junio de 1825, dirigida a Humboldt desde Lima, Rivero le agradece al gran naturalista por su recomendación a Bolívar:
“Todos sus amigos de esta ciudad, pues tiene muchos, y en el primer rango colócase al héroe Libertador a quien debo mil atenciones y favores, y han llegado todos los deseos que Ud. expresó en la apreciable y elocuente carta que Ud. me dio de recomendación para este gran hombre, la cual me ha servido muchísimo. El gran Bolívar ha hablado conmigo y en público sobre sus colosales conocimientos, amabilidad, hospitalidad, genio y talentos que me han llenado de satisfacción; cada vez que movía la conversación sobre tan ilustre personaje”.
Esta y otras cartas de Rivero a Humboldt son analizadas y comentadas por Monique Alperrine-Bouyer en un libro publicado por la Universidad San Agustín de Arequipa (1999) con el título “Mariano Eduardo de Rivero en algunas cartas al barón Alexander von Humboldt”.
En cuanto a la geografía, en un artículode la Revista Militar del Perú que lleva el título de “Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz padre de la geografía peruana”, (N°646, mayo-junio 1958), su autor, el Coronel Alejando Medina V., hace una sesudo análisis sobre los orígenes de aquella disciplina en nuestro país en el que considera a don Mariano Eduardo primer geógrafo y “poseedor de una avanzada visión geográficaal ser el primero en distinguir y aplicar los dos principios que hacen de la geografía una ciencia original”. Añade Medina que en Rivero “se fusionaban pues el ardor científico con el ardor de ser útil a la Patria. La inteligencia que para algunos es inútil porque nada más poseen, en Rivero lo acompañaba una voluntad decidida y una fe inquebrantable”.
Para seguir refiriéndome a la obra del sabio citaré un artículo que bajo el título de “Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz sabio a quien nos ha hecho justicia” fue publicado en el diario “La Crónica” de Lima , el 12 de junio de 1947 por el nieto del Sabio Rivero, mi bisabuelo el Coronel Teobaldo Llosa y Rivero.
Es importante acotar que don Teobaldo heredó la vena científica de su abuelo materno. Como inventor militar recibió una medalla de oro del Ministerio de Fomento en 1917 por su invento “grandas explosivas y espoletas de percusión para artillería de campaña”. El citado nieto del Sabio fue autor de varios artículos publicados en la Revista Prisma a principios del siglo XX, entre muchos otros que tienen que ver con el psicoanálisis y otros campos del saber. También fue entrevistado por la Revista Mundial N° 51 de fecha 15 de abril de 1921 (revista sucesora de la Revista Prisma, semanario cultural ilustrado que fue más importe en el Perú de la época junto con la revista Variedades) en una nota titulada “Con un militar de ciencia, reportaje al comandante Llosa””, donde don Teobaldo dio a conocer otro de sus inventos, esta vez una bomba para ser lanzada por las aeronaves de la recién nacida aviación militar peruana.
EscribeTeobaldo Llosa sobre su abuelo:
“Rivero y Ustáriz como es bien sabido, fue el primero que hiciera conocer, en Europa el salitre – la riqueza que no supimos conservar – como un excepcional producto industrial. Nos eximimos de comentarios tardíos sobre tan importante tema. Fue el primero también, en realizar los análisis del guano de las islas y acantilados de nuestras costas, excepcional fertilizante tan rico en fosfatos, azoe, amoniaco y diversas sustancias orgánicas, utilizado en la propia vida agrícola del imperio incaico.
Rivero descubrió y estudió más de treinta yacimientos de carbón de piedra – del que hoy tan necesitado se halla al Perú – y con profética visión predijo la futura importancia de su utilización, tanto en la economía patria como en la mundial”.
“Mas él antes de partir para el viejo mundo pensó en realizar una obra que hiciera conocer al universo, la patria que tanto amó. Y olvidando el resentimiento, que en él, por ser de noble estirpe, nunca se cultivó, volvió al Perú, y emprendió una extensa gira a través del vasto territorio y en esa época sin caminos, olvidadas hasta las trazas incaicas, que el español dejó perder, buscando restos de tradición y sin recibir ayuda del estado ni de nadie, a costa de sacrificios, y bordeando la muerte a cada momento, cumplió el trabajo que se había impuesto; trabajo que daría al mundo intelectual su famosa obra: “Antigüedades peruanas”, la primera de su género acogida por su magnífica impresión por la Imprenta imperial de la corte de Viena”.
Y concluye el nieto leal: “¿Podemos esperar que por fin se haga justica al Sabio peruano?”.
Don Teobaldo, como el viejo coronel de García Márquez, no tuvo quien le escriba al respecto, y falleció en 1953 si ver realizado su anhelo.
Por otra parte, el nieto de Teobaldo Llosa y Rivero, Teobaldo Llosa Rojas es una eminencia en psiquiatría y multifacético como su antepasado. Científico, poeta, escritor, capitán de sanidad de la Fuerza Aérea del Perú retirado, tenor lirico, inventó un método para “perder el miedo a volar”, a principios de los 80 que fue publicado en una revista de la Nasa. Poco después recibió una carta del ministerio de Defensa de Nueva Zelanda felicitándolo y comunicándole que emplearían su método en pilotos de las FFAAneozelandesas. A los 23 años publicó un libro titulado “Teoría de lapsicorelatividad”. En 1982 llevo a cabo la primera operación al cerebro para pacientes farmacodependientes del clorhidrato de cocaína, como una tabla de salvación para una adicción que en su época se considera incurable, logrando importantes resultados. Sus operaciones llamaron la atención a Jacques Cousteau, capitán de corbeta de la Marina de Guerra francesa y oceanógrafo, que le hizo una entrevista para uno de sus famosos documentales, gracias a los cuales se hizo célebre el marino galo (información disponible en internet con el título Tormenta de nieve en la jungla ,1983). Actualmente a sus 85 años viene investigación sobre las enfermedades mentales a través de la genética.
En la misma publicación a la que me refiero líneasarriba se hace referencia a un texto del arequipeño Juan Gualberto Valdivia, el célebre Dean Valdivia: “me es doloroso recordar el ningún aprecio que han hecho nuestros paisanos, de los conocimientos químicos del arequipeño Mariano Eduardo de Rivero, que fue traído de Francia con M.Bossingautt por el Libertador Bolívar, para examinar el terreno de Colombia, donde hizo algunos descubrimientos útiles y muchos análisis; como el del agua del río Vinagre, del urea crépitansy otros. Yo he leído en las obras del célebre Cuvier, secretario que fue de la academia de París, varios descubrimientos de Rivero, y entre ellos el del oxalato de hierro hallado por él cerca de Berlín en Bohemia; y Thenard cita a nuestro Rivero, en varias de sus obras con mucho honor (…..) Analizó también Rivero el carbón de nuestros terrenos y el guano de las islas de chincha y los encontró “inmejorables”.
El nieto del Sabio, Teobaldo Llosa y Rivero, con su esposa Isabel Paredes y sus hijos Teobaldo, Carlos, Francisco, Víctor, Julio y Magdalena (circa 1938)
Desafortunadamente por las tempranas luchas intestinas en el Perú, Rivero tuvo que salir del país y emigrar a Chile donde fue contratado para continuar su obra científica.
Imagino la frustración y la desilusión del joven científico que había retornado a su tierra natal, a su familia, después de tantos años, cargado de conocimientos que deseaba volcar con favor de su país, aplicando lo aprendido en la lejana Europa. El Museo de Historia Natural que el dirigía había sido clausurado por uno de los caudillos egocéntricos del momento. Rivero vivirá en carne propia el altísimo costo que muchas veces debe pagar quien con honestidad, talento y audacia sirve a la Nación, descubriendo, no sin impotencia, la costumbre tan frecuente en la tierra que lo vio nacer, de hacer de lo accesorio lo principal, y lo principal, lo que realmente vale, lo llamado a trascender, ninguneado o peor aún desechado. Hoy como ayer, los ciudadanos Rivero siguen experimentando esa característica deleznable de nuestra idiosincrasia. Rivero luchó con tesón contra uno de los más males más formidables que aquejan al Perú: la mediocridad.
En Chile estuvo alrededorde un año, volviendo a la Patria cuando ya las aguas estuvieron algo más calmas incursionando en la política como diputado.
Como señala su bisnieto Francisco Llosa Paredes, periodista, quien escribió una cronología del Sabio, para 1836 Rivero se establece en Arequipa para dedicarse a la agroindustria en las haciendas heredadas de sus padres. Más tarde se casa, vuelve a ser director general del Museo de Historia Natural, miembro del consejo de gobierno, prefecto de Junín donde impulsa lacolonización de la “montaña” y construye el primer monumento al triunfo de Junín, para luego ser nombró prefecto de Moquegua y Tacna. En1851 regresa a Europa como cónsul general en Bélgica. No volvería a pisar el suelo Patrio.
Por otra parte, recientemente y en compañía de mi padre y sus hermanos tataranietos del Sabio, pudimos participar en la conferencia titulada, “El proyecto político de Mariano Eduardo de Rivero en el museo nacional, 1826” del historiador David Vargas Torreblanca gran investigador de la obra de Rivero como director y fundador del referido museo junto como Nicolas Fernández de Piérola, padre del El Califa. Sostiene Vargas Torreblanca que el citado proyecto fue el primer destello de peruanidad, al amalgamar las raíces precolombinas de nuestra Patria con las enormes potencialidades que poseía la república naciente.
A continuación, consignaré unos pensamientos del Sabio Rivero plasmados en sus obras con relación a las necesidades del progreso nacional:
"Si por riqueza de un país se entiende -escribía en 1855- el mayor número de producciones de su suelo, puede el Perú considerarse como uno de los más ricos, pues a más de sus poderosos veneros metálicos que en siglos pasados contribuyeron a activar eficazmente la circulación de los metales preciosos, valiéndole el título de región del oro, encierra un verdadero tesoro en el guano, el salitre y las llamas de alpaca y vicuña"
"Cada uno de estos ramos de industria tentarían a los especuladores que codician lo positivo, si los peruanos los cultivasen en mayor escala bajo la protección de un gobierno que fomentando el desarrollo del comercio nacional se impusiese el imprescindible deber de promulgar leyes favorables al país, dotándole, al mismo tiempo de buenos caminos y canales, de muelles cómodos, y en particular, de la libertad de acción necesaria y del inviolable respeto por la propiedad".
"Verdad es que el Perú no ha sacado todavía ventajas notables de los medios de comunicación y trasporte con que la Providencia lo ha favorecido, prodigándole las abundantes corrientes de agua que surcan la larga extensión del este de la cordillera: aún no se traslucen en él más que las arterias de un cuerpo que está aguardando el soplo vivificador. Pero con todo, no se deslumbra uno al predecir que se animará aquel cuerpo inerme para bien de Europa y América"
“Cooperar por nuestra parte a los progresos y gloria de nuestra patria, dando a conocer los objetos con que la providencia se ha dignado enriquecer este suelo y presentando los medios de adquirir los de otros países y de aprovecharse de todos, tal es el motivo que nos ha hecho emprender la publicación de este periódico: tarea que es superior a nuestras débiles fuerzas, pero a la que nos entregamos gustosos por la esperanza de que nuestras cortas luces puedan ser útiles al país que nos dio el ser”.
“Por recompensado me tendré si en el curso de mi vida me ha cabido la suerte de poner una piedra en el edificio de la ciencia, inspirando a mis hijos y compatriotas nobles deseos de adquirir conocimientos provechosos, que son el más saneado patrimonio que puede dejarse, ya que no hay riesgo de que los herederos lo pierdan en los vaivenes y trastornos que afligen por perenne desgracia a mi malhadada patria”.
“El hombre en su corta permanencia por el mundo debe dejar trazas cuando menos de lo que haya hecho en beneficio de la sociedad, pues de ese modo talvez se alienten sus descendientes a seguir sus honrosas huellas”
Inmejorables lecciones de patriotismo y de esfuerzo de superación permanente de este gran científico.
Hoy la actividad minera es una de las más productivas -y a la vez conflictivas- de nuestro país, que cuenta con altos estándares y valores agregados.Este esfuerzo profesional y empresarial echa raíces en don Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz, el primer ingeniero de minas peruano y el primero en la Republica que investigó y publicó -con óptimos resultados- sobre mineralogía, impulsándola tanto en la gestión como en la educación públicas, como director general de minas y como director de la Escuela de minas de Huánuco respectivamente. Es Rivero ejemplo de carácter, de lealtad al país, de perseverancia, de honradez y eficiencia en la gestión pública, de constante esfuerzo por contribuir al desarrollo de la tierra que lo vio nacer y de sincera peruanidad.
Autoridades e invitados a la ceremonia en la Casa de Artes de la Universidad Católica San Pablo de Arequipa
Me llena de orgullo, y estoy seguro que a todos sus descendientes, ser heredero de tan ilustre personaje, orgullo que inculco a mis hijos -niños aún-quienes en su momento tendrán la obligación moral -y a través de una fundación que se creará para tal fin, legal- de preservar la memoria de su ilustre antepasado, crisol del saber y de peruanidad, enriquecidos con los conocimientos más avanzados de su época.
Sean estas líneas también para rendir un modesto homenaje a la señora Miriam Salas, recientemente fallecida, quien dedicó su vida a la conservación del patrimonio existente en el museo provincial de Arequipa. Fue gracias a ella y al Capitán de Fragata José Peralta, que en el 2021 pude tener noticias de la ubicación exacta del óleo de Rivero del que había oído mencionar a mi abuelo Carlos quien decía que su tío Carlos Llosa y Rivero hermano menor de su padre, fallecido soltero, lo había donado a la municipalidad.
El sabio Rivero fue un grande. Acrisolado y estudioso admirador de nuestro pasado prehispánico, sin las sobrevalorizaciones patrioteras de los necios aprovechadores e ideologizados de siempre. Su culto al saber, a la exactitud de la ciencia jamás le hicieron apartarse de sus convicciones religiosas, ni de su espíritu patriótico y peruanista.
Como bien señaló mi bisabuelo Teobaldo, la Nación está en deuda con él, con su memoria y su legado y ya es tiempo de que esa deuda patria sea resarcida.