En su obra maestra de principios del siglo XVI, el artista plástico Rafael Sanzio inmortalizó una escena de La Escuela de Atenas en las paredes de la Estancia de la Signatura del Palacio Apostólico del Vaticano. En dicha obra, sobresalen Platón señalando el cielo con el dedo (aparentemente con los rasgos de Leonardo Da Vinci) y Aristóteles, su pupilo, sosteniendo un libro de ética.
Platón y Aristóteles se habrían conocido en el año 367 a.C., cuando este último arribó a Atenas para unirse a la academia platónica. Habría de estudiar historia, biología, astronomía, geografía y todo aquello que el maestro dominaba. A Platón se le ha descrito como una persona robusta, de expresión serena; a Aristóteles, como alguien de rasgos severos y voz áspera.
Se sostiene que Platón fue el fundador de la educación superior en Occidente, con su famosa Escuela o Academia. Formaba en Atenas a sus alumnos de manera reflexiva y consistente en el tiempo. En ocasiones, permanecían meses aprendiendo del inmortal filósofo nacido (probablemente) en la isla de Egina. Otros alumnos continuaron algunos años en la casa de estudios. Quizá su estudiante más conocido fue Aristóteles, quien se mantuvo en las aulas platónicas por veinte años. Su formación, por tanto, fue larga y prodigiosa.
En todo caso, podemos advertir una gran libertad en cuanto a los plazos de estudio de aquella propuesta educativa.
Los peruanos, desde hace mucho tiempo, asumimos que un bachillerato universitario debe durar mínimamente cinco años. Es lo natural para carreras como arquitectura, biología, contabilidad, economía, negocios (no para las vinculadas a salud, claro). Eso ha sido, además, confirmado por la propia Ley Universitaria peruana, la cual exige una duración mínima de cinco años para alcanzar el bachillerato.
Es también natural que estudiantes peruanos (y sus padres) analicen la oferta universitaria extranjera y la encuentren tentadora. No solo porque, por ejemplo, en países como Estados Unidos se encuentra el Top 3 mundial con Harvard, Stanford y MIT (instituciones que, por lo demás, son de muy difícil acceso), sino por lo que puede durar una carrera universitaria.
Muchos jóvenes en el Perú, con recursos económicos o becas, no elegirían necesariamente las universidades del Top 10 del Shanghai Ranking. En una rápida búsqueda, observo que destacados CEOs y altos ejecutivos nacionales han estudiado el pregrado en universidades norteamericanas ubicadas en el rango de 301–400 de dicho ranking. Y también en otras instituciones peor ubicadas (suelen estudiar sus maestrías en las más reputadas, eso sí).
Sin ir tan lejos, Uruguay oferta carreras de pregrado de cuatro años. Un alumno puede estudiar biología en ese plazo. Más al norte, en la Universidad de Costa Rica, un alumno puede alcanzar el bachillerato en cuatro años. En Colombia, por su parte, uno podrá estudiar la carrera de contabilidad también en cuatro años.
En el sistema universitario anglosajón se puede cursar una carrera en cuatro años (si se trata de la primera carrera) y en tres si ya se cuenta con título universitario previo.
Una universidad conocida de Madrid ofrece el grado en Economía con una duración de cuatro años, según advierto tras revisar su página web.
La realidad es que no todos los países han creído importante plantear en la regulación un mínimo de años para estudiar una carrera y optar por un bachillerato, a diferencia del legislador peruano, que impuso un mínimo de cinco en la Ley Universitaria. La extensión responde a diversos motivos, entre ellos la mirada tradicional (sin explorar lo que está pasando en el mundo) que inspiró muchas de las páginas de esa ley.
Si nos preguntamos por qué es mucho más común que nuestros jóvenes quieran salir al extranjero a estudiar, y por qué pocos extranjeros, en comparación, buscan estudiar en el Perú, la respuesta no solo es cuestión de rankings o experiencia de vida. Es también un tema de tiempos (y, por consecuencia, de inversión económica).
Y no olvidemos la obvia tensión con la autonomía universitaria. Que la ley peruana imponga cinco años restringe la expectativa de una institución de educación superior que podría garantizar buena educación en un tiempo menor.