La actual Mesa Directiva del Congreso ha sido un universo de giros y estocadas. Con un régimen chotano que poco a poco era obligado a salir de su cascarón, fue en su momento menester poner en la dirección parlamentaria para el periodo 2022/23 a elementos políticos que sean no solo un contrapeso para el Ejecutivo sino también un aliciente para acelerar casos capitales como la elección del defensor del Pueblo.
El arranque
Como cada 26 de julio, las bancadas parlamentarias eligieron en el Pleno a su nueva Mesa, que hasta entonces había sido liderada por la parlamentaria de Acción Popular, María del Carmen Alva. Así se decidió poner en la alta esfera parlamentaria a la siguiente fórmula: a Lady Camones, de Alianza para el Progreso, como presidenta; a Martha Moyano, de Fuerza Popular, como primera vicepresidenta; a Digna Calle, de Podemos, como segunda vicepresidenta, y a Wilmar Elera, de Somos Perú, como tercer vicepresidente.
La fórmula inicial.
Solo días después sufrieron la primera baja. El mencionado Elera fue sentenciado a seis años de cárcel por el delito de colusión agravada y renunció. En su lugar, tras otra votación, entró Alejandro Muñante, de Renovación Popular.
El panorama
Todo esto se daba en un ambiente de tensión. El régimen chotano, ya como un eco de la rebelión donde tomara la palabra, tenía en el trono a un Pedro Castillo cada vez más asfixiado por las investigaciones fiscales en su contra (caso Tarata, caso Petroperú, Los Niños, ascensos irregulares en la PNP y más) y al lado derecho —o izquierdo según se vea— a un premier incondicional como Aníbal Torres, quien incluso impulsó un levantamiento contra el Congreso, razón por la que después fue citado para el jueves 18 de agosto. Asistió, pero no se rectificó. Aseguró que su exposición incendiaria era un equivalente de una supuesta promocion indiscriminada para vacar al inquilino de la Casa de Pizarro, a quien preventivamente se le había negado un viaje a Colombia para que participe en la asunción al poder de su amigo ideológico Gustavo Petro.
Incendiando la pradera.
Un segundo bajón
En ese camino tortuoso llegó la segunda caída en la Mesa. La apepista Camones también fue sacada del cuadro tras filtrarse unos audios polémicos con el líder de su partido político, César Acuña, donde aparentemente decidían cuáles proyectos redireccionar en el Pleno. Fue así que el 12 de septiembre, con otro proceso de elección, se eligió a José Williams, de Avanza País, como sustituto.
José Williams, el ex Chavín de Huántar.
El gran salto
La fricción continuaba y en octubre la fiscal de la Nación, Liz Patricia Benavides, presentó una denuncia constitucional contra Castillo ante el Congreso. Lo señalaba principalmente como el líder de una presunta red criminal en el poder. La pelota quedaba en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC). El profesor chotano trató de detener este proceso acudiendo la Organización de los Estados Americanos (OEA). Pero ya había perdido todo el crédito a tal punto que el cardenal Pedro Barreto le recomendó renunciar y el legislador Edward Málaga arrancó un tercer proceso de vacancia, el mismo que fue presentado oficialmente el 29 de noviembre, solo una semana después de que la SAC admitiera la denuncia de la fiscal Benavides.
El colofón
Castillo estaba contra las cuerdas. Después de una ficticia “denegación fáctica” de la cuestión de confianza, puso en el premierato a Betssy Chávez, a fin de jugarse una consecutiva “bala de plata”, sin imaginar que poco después la estocada vendría desde un exaliado: Salatiel Marrufo. Este último reveló cómo movían los hilos en el Ministerio de Vivienda. Esto fue el 7 de diciembre, día en el que en un acto de desesperación el profesor chotano decidió disolver el Congreso, olvidando que la flagrancia de haber quebrado el Estado de Derecho facultaba al Legislativo para acelerar la votación de la vacancia. La Mesa la puso en agenda horas después, se llegó a las 102 votos y le pusieron fin al régimen.
¿El último capítulo del régimen chotano?
La palabra y otros casos
“Encontramos una situación en crisis política, social y económica frente a un Gobierno que iba llevar al país a una situación de difícil retorno o de no retorno”, dijo el presidente del Congreso José Williams a Canal N. “Creo que el balance se va a ver con más claridad conforme pase el tiempo”, apuntó. Y agregó: “Él (Pedro Castillo) se fue en contra el artículo 46 de la Constitución, se convirtió en un gobernante que tomó competencias que no le corresponden como cerrar el Congreso y hacer la reorganización de instituciones del Estado. Eso lo convirtió en un usurpador”.
Por otra parte, se pudo encarrilar la elección del defensor del Pueblo, aunque cayó en Josué Gutiérrez con máximo apoyo de Fuerza Popular y Perú Libre, una alianza inesperada que fue ganando volumen y que ahora estaría apuntando a la Mesa. Asimismo, se logró inhabilitar por 5 años a Zoraida Ávalos, denunciada por haber dilatado la investigación a Pedro Castillo cuando habían graves indicios en su contra. “La Constitución dice claramente que un fiscal de la Nación puede iniciar la investigación y desarrollarla, mas no acusar (…) Abrió la investigación, pero lo dejo ahí hasta el 2026”, mencionó Williams.
La Mesa —que también cambió a Digna Calle por Silvia Monteza— tuvo su momento de gracia con la caída de Pedro Castillo. Caído el régimen, ahora los nuevos miembros deberán encontrar un analgésico para este terremoto político-social. Por tal motivo, el Pleno, con todo este peso, debe pensar bien si le quieren entregar el siguiente periodo a la izquierda. Eso podría dinamitar el último recodo de confianza en la ciudadanía.