Siguiendo con esta temporada de artículos que tratan de abordar y entender el comportamiento y las conductas humanas como causas relevantes en la aparición de conflictos sociales y políticos (ver: https://elreporte.pe/2023/06/06/fromm-etica-y-corrupcion-por-ricardo-de-la-piedra y ver: https://elreporte.pe/2023/06/20/el-yo-dividido-por-ricardo-de-la-piedra), creo relevante seguir profundizando sobre estos conceptos. Una noción importante es la del estudio de la fenomenología de la percepción, impulsada por el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty desde mediados de los 40 (ampliando el pensamiento inicial de Edmund Husserl). A través de su obra, Merleau-Ponty presenta las relaciones entre el cuerpo, la percepción, la conciencia y el mundo a través de una visión en la que estos elementos están íntimamente entrelazados, con incidencia desde la filosofía y psicología hasta las ciencias sociales y las artes.
1. Concepto: La fenomenología (“estudio de los fenómenos”), se ocupa de la experiencia directa del mundo tal como se presenta a la conciencia de las personas. La percepción, en el sentido fenomenológico, constituye más que un simple registro sensorial de un hecho: es un proceso activo y dinámico a través del cual interpretamos y asignamos significado al mundo y relaciones que nos rodean.
En una sociedad cada vez más interconectada y compleja, la importancia de comprender y saber interpretar las perspectivas y mensajes (expresos y tácitos) de los demás no puede ser subestimada. La fenomenología de la percepción ofrece valiosas reflexiones sobre este tema. Su énfasis en el papel de la percepción en la configuración de nuestra comprensión del mundo y en las relaciones interpersonales puede ser especialmente relevante para entender por qué se generan conflictos sociales y políticos, y en base a ello, ver la forma prevenirlos o superarlos.
2. Incidencia en conflictos interpersonales: La importancia de la fenomenología de la percepción en el contexto de los conflictos políticos y sociales radica en su potencial para fomentar el entendimiento mutuo. Los conflictos a menudo surgen de la incomprensión, los prejuicios y las percepciones erróneas de “el otro”. Al centrar su estudio en cómo se originan, manifiestan y entienden estas percepciones y cómo son absorbidas e interpretadas por nuestra conciencia, esta ciencia puede ayudar a desmantelar los malentendidos y abrir camino hacia el diálogo y el entendimiento.
Sin una conciencia de cómo nuestras experiencias personales moldean nuestra percepción, es fácil caer en la trampa de asumir que nuestras perspectivas son las únicas válidas o verdaderas. Este egocentrismo perceptivo puede dar lugar a la incomprensión, la deshumanización y, en última instancia, al conflicto con aquellos que ven el mundo de manera diferente en cualquier ámbito interpersonal, incluyendo el social y político. Vean ejemplos claros recientes como lo que está ocurriendo en Francia, el conflicto entre Rusia y Ucrania y las cada vez más constantes (y ofensivas) “tomas de Lima”.
La falta de comprensión de este fenómeno puede limitar nuestra capacidad para resolver los conflictos existentes. Si no reconocemos que nuestras percepciones son subjetivas y transformables, es probable que nos quedemos atrapados en patrones de pensamiento y comportamientos que no se adaptan a la realidad. Así, en lugar de buscar un terreno común y entender a “el otro”, es posible que nos aferramos a nuestras percepciones y actitudes conflictivas, perpetuando de este modo el ciclo de conflictos. El ejemplo más claro de esto son las diferencias y controversias políticas prácticamente en cualquier país de Sudamérica. Vean la violenta reacción y falta de entendimiento entre lados políticos en Venezuela, Argentina, Perú o Brasil.
3. Autoconocimiento: Merleau-Ponty sostuvo que nuestra percepción del mundo y de las personas está inextricablemente ligada a nuestro cuerpo y a nuestro contexto histórico-cultural. Esto genera que nuestras percepciones y comprensiones del mundo están inevitablemente coloreadas por nuestras experiencias y antecedentes personales. En el ámbito político y social, esto puede llevar a una visión del mundo sesgada y a interpretaciones conflictivas de eventos que no necesariamente tienen esa finalidad.
Reconocer esta subjetividad inherente puede facilitar una mayor empatía y comprensión entre las personas. Así, al aceptar que nuestras percepciones no son absolutas, podemos abrirnos a las perspectivas de los demás y tratar de entender antes que ofenderse o atacar. En lugar de percibir a 'el otro' como una amenaza latente o un adversario, podemos comenzar a entenderlos como individuos con sus propias experiencias y perspectivas únicas.
4. Fugacidad de la percepción: Esta ciencia recuerda constantemente que los seres humanos somos entes dinámicos y no estáticos, y que en base a nuestras experiencias y relación con el mundo, nuestras percepciones pueden ser cambiadas y transformadas. Esto implica que la resolución de conflictos no necesariamente requiere un cambio radical en las circunstancias materiales, sino que a menudo puede lograrse a través de un cambio en la percepción.
Hagan el experimento en ustedes mismos. ¿A través de su vida no cambiaron alguna vez de opinión respecto a determinadas personas o circunstancias una vez que las comprendieron (consciente o inconscientemente)? Una postura política, una canción (que podría no gustarles por el cantante en lugar de por la melodía), afecciones personales, un lugar, etc.
Al poner de manifiesto la naturaleza subjetiva y transformable de nuestras percepciones, esta disciplina nos invita a escuchar, comprender y valorar las perspectivas de los demás libre tratando de liberarla de narrativas previas generadas en experiencias personales. Suena difícil, pero en un mundo cada vez más dividido, la habilidad para hacerlo pareciera ser más crucial que nunca.