Antauro Humala cumplió un año en libertad. Aquí un repaso de los giros estratégicos y reinvenciones discursivas para ganar un capital político de cara a las elecciones presidenciales de 2026.
Antauro Humala más que una amenaza, es un síntoma de un sistema político al borde del colapso. El encierro de casi 18 años no fue un analgésico para su ideario etnocacerista. Todo lo contrario: en libertad no solo reivindicó el Andahuaylazo, ese levantamiento en armas en Apurímac en 2005 que provocó la muerte de cuatro policías y que además lo llevó a prisión, sino que constantemente viene advirtiendo entre líneas —aprovechando su campaña tácita— que ahora buscará el poder —el presidencial— a través de las urnas. Su oferta es aún más polémica: le quiere dar el indulto a Pedro Castillo, quiere recuperar Arica y Tarapacá, quiere fusilar a los corruptos —incluido su hermano— y más. El ruedo electoral es en 2026. Sin embargo, el hermano mayor de los Humala ya viene moviendo sus cartas, a tal punto que su movimiento, de nombre Alianza Nacional de trabajadores agricultores universitarios reservistas y obreros, ya está a punto de ser inscrito en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE).
Para Franco Olcese, analista político del Centro Wiñaq, el etnocacrista era el “candidato de izquierda” cuando salió de la cárcel en agosto de 2022. “Era muy difícil que alguien le quitara este espacio, que era el que iba a venir a reemplazar a Pedro Castillo”, apuntó.
Asegura, sin embargo, que este perfil que enarbolaba se cayó por una serie de decisiones inesperadas. “Antauro no cumple el rol que muchos de sus seguidores esperaban, que fuera el de dirigir las movilizaciones, desconocer a Dina Boluarte y lucharen las calles por recuperar y revolver a Pedro Castillo”, menciona. Más bien, cuenta, se ha visto una metamorfosis en el expresidiario. “Él está tratando de construir un personaje más tranquilo, radical pero tranquilo; firme pero no con esos altibajos que mostraba. Está en proceso de reconstrucción de su personaje que fue bastante magullado durante los primeros meses de este año”, indicó.
Esta versión del Humala mayor, comenta Olcese, es la traducción de una serie de lecturas individuales para darle un giro a las expectativa sobre él y para así darle un mayor impulso a su incursión en la política.
“Él está interpretando de manera diferente los elementos que le han hecho daño. Por ejemplo, le perjudicó no participar en las movilizaciones, pero lo que él vino exponiendo es que las movilizaciones no son tan importantes, trata de desmerecerlas como herramienta, considera que son un mecanismo poco radical para él. Dice: yo no hago movilizaciones yo hago revoluciones. Razón por la que busca no ser calificado de cobarde (...) Eso es parte de su discurso”, apunta.
El analista político también agrega lo siguiente: “Después regresa también a uno de los temas que le hizo muchísimo daño que fue el reconocimiento de la presidencia de Dina Boluarte. El sector radical que era su electorado no reconocía y todavía no reconoce a Dina Boluarte y él nuevamente acá trata de interpretar esto de forma distinta. Dice: oye cuando le piden que renuncie a Dina de manera indirecta están reconociéndola, no sean torpes, están reconociendola como yo”.
Y a esto se añade una tercera fórmula. “Antes evitaba hablar de Pedro Castillo, pero ahora lo trae a la conversación constantemente. Lo califica de inepto, de corrupto, de cobarde y se pone a él como muy distante”.
Estos movimientos interpretativos que podrían ser considerados como pasos en falso, serían en realidad tácticas de una estrategia mayor. Sin embargo, consideró que la segunda maniobra, respectivamente, le costó “parte de su electorado”, pero que esta junto a las otras buscan otro impacto, ya que “son más temas políticos que temas de contenido ideológico o programático”.
Sobre esto, y también otros hechos como el de ser una figura exageradamente frontal y honesto en temas polémicos como el de darle loas al "Andahuaylazo", es parte de lo que asume como una "marca de valentía", "es su signo de ser antisistema".
Y puede que esa consigna se venga materializando. En la última encuesta de CPI, apareció en el segundo lugar con un 5.6% de preferencia electoral, detrás de Rafael López Aliaga, con 9,8%, y adelante de Keiko Fujimori, que alcanzó un 4.8%. Si este no fuera un sondeo y fuera una radiografía real, los errores que viene cometiendo el alcalde de Lima, entre ellos el caso Rutas de Lima, y los anticuerpos de la lideresa de Fuerza Popular, podrían allanar un camino probablemente mucho más complicado que el de estos últimos años.
“Yo creo que Antauro depende mucho de qué otras candidaturas presente la izquierda”, agrega.
En medio de esta carrera, algunos elementos de la opinión pública han venido planteando que Antauro es un equivalente local del candidato presidencial de Argentina, Javier Milei. “Para nada”, dice Olcese. “No entiendo cómo pueden compararlo, me parece que es una simplificación de Javier Milei. Lo único que puede tener es que es antisistema, pero si es así, entonces cuántos políticos antisistema hay en el Perú, cuántos políticos antisistema hay en Latinoamérica, cuántos políticos antisistema hay en el mundo. Es una conexión forzosa”, menciona. Por otra parte, también lo han denominado un fascista andino. En este caso, el analista político opinó que mayormente le atribuyen esa denominación “porque gritaba y discursivamente era muy emocional”. “Ahí era una característica que le ponían. Entonces, desde ese sentido, yo creo que es más como radical. Este sería el calificativo más importante desde el punto de vista político, antes que fascista”, indicó.
En un paréntesis, Olcese comenta que “lo que se necesita, lo que sería ideal, es una propuesta de derecha popular que sea suficientemente fuerte y que pueda llegar al gobierno con una bancada, no digo mayoritaria, pero por lo menos interesante. Eso sería una derecha popular, sería una opción interesante”.
Esta podría ser la oferta que desinfle el aterrizaje de Antauro Humala en el sillón de Pizarro. Transitoriamente está aprovechando este vacío de identidad política tras haberse vulnerado los cimientos de la democracia. La dirección que tome el contrapeso de este posible candidato será vital para evitar otro punto de inflexión, uno que probablemente nos estanque indefinidamente.