PortadaDomingo, 16 de marzo de 2025
Juan Carlos Llosa: “Hoy es el momento de ser contrarrevolucionarios”

La derecha en el Perú parece estar siempre en una lucha interna, fragmentada en múltiples corrientes y partidos que muchas veces confunden al ciudadano común. Para un joven peruano, distinguir quién es realmente de derecha y qué significa serlo puede convertirse en un laberinto sin salida dentro de nuestro complejo folclore político.

Para aclarar este panorama, desde El Reporte hemos conversado con el almirante (R) y politólogo Juan Carlos Llosa, quien nos ofrece una visión sobre los orígenes de la derecha peruana y, sobre todo, la importancia de conocer su historia. Solo así podremos evitar los mismos errores del pasado o, en el mejor de los casos, rescatar sus aciertos.

¿Cuál es el origen, si es que lo hay, de la derecha en el Perú?

Justamente en los trabajos de investigación de Enrique Chirinos Soto, el gran político e intelectual, se describe que es muy difícil ser derechista en el Perú. En ese sentido, en nuestro país únicamente ha habido movimientos políticos de derechas. En general, cuando uno habla de izquierda y derecha, tendría que siempre llevarlo a su dimensión popular, a las masas. Los grandes partidos de masas en el Perú surgieron a finales de los años 20 e inicios de los 30 con el Partido Aprista por el lado de la izquierda y la Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro por el lado de la derecha.

Se le acusó de fascista a la Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro, ¿realmente lo era?

Es verdad que se desprestigió un poco porque adoptó formas del fascismo, sin ser realmente fascista desde el punto ideológico. En verdad, no era un partido fascista. El fascismo, como bien lo han explicado muchos, más que una ideología, es una forma de acción política que tiene un anclaje en el socialismo. Además, era profundamente anticlerical, de ahí su lejanía con el conservadurismo. Sí es cierto que se oponía tajantemente al marxismo y pretendía buscar una figura intermedia. La Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro no tenía esos matices propios del fascismo, quizá sí en la vestimenta, las marchas y las formas estéticas, pero tenía un fondo distinto.

¿Esa fue la primera línea de pensamiento de derecha o dónde se podría rastrear el primer pensamiento derechista como tal?

Se podría encontrar al primer pensador de derecha justamente en el debate entre liberales y conservadores: el famoso cruce entre Bartolomé Herrera y Francisco de Paula González Vigil. Este debate tiene que ver mucho con la influencia de la religión en nuestro país, tal como lo tenía presente Herrera, a quien considero el gran referente del pensamiento conservador en el Perú. Este impulsó mucho la educación con su Real Convictorio de San Carlos. Además, toca también un tema que hoy estamos volviendo a poner sobre la mesa: la influencia y el legado de la hispanidad.

Luego del movimiento de la Unión Revolucionaria, que pronto terminó su paso por el poder, ¿cuál es el otro gran nombre de la derecha peruana?

Sin lugar a dudas, Manuel A. Odría, quien gobernó el país entre 1948 y 1956. Su gobierno militar, si bien tuvo una fuerte represión política, fue muy notable en el tema económico y el crecimiento de la obra pública para infraestructura. Desde luego, Odría tuvo un éxito. Su disputa con Pedro Beltrán lo hizo alejarse un poco de su rumbo, pues fue gracias a Beltrán que Odría logró implementar las primeras formas de una economía de mercado, al menos en un sentido técnico.

Luego del odriísmo, ¿qué siguió en el Perú en función de la derecha?

Entonces, el odriísmo se diluye porque caemos un poco en lo mismo de siempre. Al igual que con la Unión Revolucionaria, siempre fue más la persona que las ideas. La Unión Nacional Odriísta giró siempre en torno a la figura del general Odría: el caudillismo. Y eso nos hará llegar al siguiente movimiento de derecha, liderado por Vargas Llosa.

Mario Vargas Llosa, nuestro premio Nobel, lideró el primer gran movimiento liberal que hubo en nuestro país, el Movimiento Libertad. Un proyecto importantísimo que, desgraciadamente, también se diluyó. No era tan personalista como Odría o Sánchez Cerro, pero luego de fracasar en una elección, nunca más volvió a tocar la arena política. Sin embargo, más allá de eso, el legado de Vargas Llosa, que recopilaba las ideas de Pedro Beltrán sobre la importancia de una economía libre y un país abierto al mundo, nunca se supo realmente continuar.

¿Cómo podríamos entender a Alberto Fujimori en todo este proceso? ¿Qué significó para la derecha peruana?

El gobierno de Fujimori es una suerte de conservadurismo popular, lo que se bautizó como "derecha popular". Es importante señalar que hubo un giro entre lo que dijo en campaña y sus acciones finales. Finalmente, no deja de ser el mismo modelo caudillista del "salvador de la patria" que jugaron Odría, Benavides o Sánchez Cerro.

Ahora bien, luego de revisar un poco la historia e inicios del pensamiento político de derechas en nuestro país, ¿qué conclusiones podemos sacar de cara al futuro?

Considero que, en nuestro país, la derecha, si va a contemplarse como tal, tiene que tener la noción e ideas de lo que ello significa. Y esto no es nada nuevo, pero es un ordenamiento necesario para que no volvamos a caer en el mismo desorden que hemos padecido en los últimos años. Un escenario que ha sido perfecto para que la izquierda, mediante sus ONG e instituciones políticas, lograra acaparar toda la República y caviarizarla.

Porque mientras veíamos que la economía crecía y nuestro único atractivo era la tasa de interés, dejamos la política de lado. ¿Qué pasó? Veinticinco años después, estamos a punto de convertirnos en una segunda prosperidad falaz. Nadie hizo nada con el SUTEP o con la CONAVE, y en muchísimas ocasiones le cedimos todo a los filoterroristas.

¿Qué tiene que hacer la derecha para rescatar al Perú?

Organizarse. Precisamente, el hecho de que no exista una derecha organizada en el Perú ha dado carta libre a las izquierdas para llevar a cabo su agenda. Lamentablemente, aquí todo gira siempre en torno a la persona. Entonces, hoy es el momento de ser contrarrevolucionarios, aunque quizás ese término no sea del todo exacto. En ese sentido, podría interpretarse mejor como "revolucionarios conservadores", con el fin de acabar de una vez con esta influencia nefasta que inhibe la acción del Estado en su legítimo uso de la fuerza. Lo cierto es que es un trabajo permanente y de largo aliento, porque el caudillismo ha fracasado y, para mal, sigue siendo parte hasta ahora de nuestra cultura política.

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